Ciencia para pasárselo pipa

María Vidal Míguez
María Vidal A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Diversión inteligente en el Día de la Ciencia en la Calle en Santa Margarita

08 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«Hacer experimentos». Esta es la definición de ciencia más repetida entre los más de 1.000 estudiantes que ayer participaron en la decimosexta edición del Día de la Ciencia en la Calle, que tuvo lugar en el parque de Santa Margarita. Por ello, una de las carpas más concurridas fue la de la Facultad de Ciencias, donde se realizaron prácticas con nitrógeno líquido a 170 grados bajo cero. «Parece la fiesta de la espuma», decía uno de los asistentes, mientras una de las monitoras vertía el líquido, que en la vida cotidiana es utilizado por cocineros como Ferrán Adriá para crear postres congelados al instante, en un cubo para petrificar una flor o vitrificar un guante de goma.

Sara Castro, una estudiante de 4.º de ESO de Eirís, que aspira a convertirse en médico forense, enseñaba a los visitantes cómo a partir de las células de la mejilla se puede observar el ADN a través de un proceso de coloración. «Parece la de CSI», comentaba un señor mientras atendía a las explicaciones.

Para Alejandra Ortelles la ciencia es además «el descubrimiento de cosas». Esta usuaria del Fórum Metropolitano trasladó a los visitantes los conocimientos aprendidos en las instalaciones municipales durante el curso. «Una manzana cuando entra en contacto con el oxígeno se oxida, pero si le echas limón, el ácido cítrico hace que se conserve».

Los más deportistas tuvieron su lugar en las bicicletas estáticas que generaban energía, alrededor de 40 Amperios a la hora.

En la capa de la Fundación Barrié se podía votar a aquellos objetivos sobre los que les gustaría profundizar. A la una de la tarde, algunas de las propuestas más votadas eran: potenciar la investigación médica en Galicia, construir laboratorios de órganos y tejidos vitales, o almacenes de sol y energía limpia. Dentro de esta carpa, donde también se podía extraer el ADN de las fresas, los niños construyeron refugios para los murciélagos, un animal con el que la entidad está volcada a través del proyecto Hippos, un programa de estudio y conservación del murciélago de herradura pequeña.

Mientras la lluvia le daba una tregua al sol, la Agrupación de Astronomía de A Coruña sacó los telescopios para mostrar a través de una moneda de un céntimo colocada en la cubierta de la Casa de las Ciencias, unos 45 metros, cómo se vería Júpiter.

Y entre experimento y experimento, también se podía ver un cerebro humano, la estructura de doble hélice del ADN, talleres de pulseras hechas a raíz de chapas, o juegos didácticos a la vez que interactivos. «Hay que leer las descripciones y adivinar a qué madera pertenece, y entonces se enciende una luz», explicaba Martín Gálmez, de 11 años. A escasos metros, Sofía Marcos elaboraba pintura para la cara con ingredientes «muy caseros», como harina, agua o nata.

«Sin duda no hay progreso», dijo el naturalista Charles Robert Darwin, y así se podía leer en las cientos de tarjetas que unos cabezones repartían por el parque.

«Parecéis las de CSI», dijo uno de los asistentes a unas jóvenes que extraían células de la cara para ver el ADN