«Fui una niña que aprendió a vivir sin piernas»

Ana Lorenzo Fernández
Ana Lorenzo A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

CESAR QUIAN

Irene Villa habló ayer de cómo superó las secuelas del atentado de ETA

29 abr 2011 . Actualizado a las 12:12 h.

«Mamá, hazte a la idea: es como si hubiera nacido sin piernas». Esa fue la contestación de Irene Villa a su madre después de que ambas hubieran sido víctimas de un atentado terrorista en octubre de 1991, que dejó a la primera sin las dos extremidades inferiores y sin tres dedos de una mano, mientras que su progenitora perdió la pierna y la mano derechas. «Teníamos dos opciones, encerrarnos en el sufrimiento y el odio, o mirar hacia delante y pensar que nuestra vida empezaba ahora, y decidí que iba a ser una niña que aprendió a vivir sin piernas», recordaba ayer esta joven, que con 12 años cambió radicalmente de vida, y tuvo que dejar aparcados sus sueños de ser jugadora de baloncesto, e incluso modelo, «porque mi hermana decía que tenía las piernas muy largas».

Ayer relató cómo han sido estos últimos veinte años a los más de 1.500 jóvenes que participaron en Palexco en el foro Lo que de verdad importa, y a los que insistió en que lo mejor es ir por la vida con una actitud positiva, valorarse a uno mismo tal y como es, «y nunca decir no puedo». Irene Villa también les explicó cómo habían sido las horas previas al atentado que cambió su vida. «Mi madre, mi hermana y yo estábamos desayunando esa mañana y escuchamos por la radio que había habido un coche bomba, y mi hermana se asustó y dijo que no quería ir al instituto. A mí me transmitió ese miedo, y le pregunté a mi madre si nos podía pasar a nosotras, y ella me dijo que no, que nosotras no éramos nadie. Lo siguiente que recuerdo es despertarme en el hospital». A la tragedia que sufrió, se unió el hecho de que a su madre y a ella las ingresaron a ambas en hospitales distintos y tardaron mucho tiempo en poder hablar e incluso verse. De hecho, fue una cadena de televisión la que instaló cámaras en ambos centros sanitarios y les permitió comunicarse después del atentado. La proyección de este vídeo fue el momento más emotivo del acto celebrado ayer en Palexco, y que acabó con un gran aplauso.

El mismo se repitió cuando habló de cómo volvió a caminar con ayuda de dos prótesis, que le permitieron encarar la vida de otra manera. Sin embargo, también reconoció que una de las imágenes que no se le han borrado nunca de la mente fue cuando, «tras salir del hospital, donde me tenían entre algodones, me fui a mi casa y me vi en el espejo de mi habitación. Para mí fue un shock ver tu cuerpo por la mitad. No podré olvidar nunca esa imagen, pero esta soy yo, y por mucho que quiera no me van a cambiar».

Campeona de España

Su empeño y su fuerza de voluntad la han llevado a estudiar tres carreras -Comunicación Audiovisual, Humanidades y Psicología- y a ser campeona de España y cuarta de Europa en esquí adaptado. Además, ha escrito varios libros y colabora en distintos medios de comunicación, así como en varias fundaciones; por lo que no le gusta que siempre la definan como una víctima del terrorismo, «soy muchas más cosas», reivindicó. Todas estas metas las ha alcanzado después de someterse a distintos ingresos hospitalarios donde le realizaron una osteointegración, que le permitió eliminar los anclajes de sus prótesis, y sustituirlos por un «bendito tornillo. Así como suena. Gracias a él puedo levantar la pierna hasta donde me dé la gana», confesó Irene Villa ante el aplauso del público, que ayer comprobó viéndola a ella lo que significa un término psicológico que tanto le gusta utilizar: resiliencia. «Es la capacidad de mantenerse inquebrantable ante las desgracias. Está en nuestra mano la tenacidad y el no rendirse».

Antes de que Irene Villa se subiera al escenario de Palexco, el foro Lo que de verdad importa fue inaugurado con la charla de Jaume Sanllorente, fundador de la oenegé Sonrisas de Bombay, quien ofrece ayuda a más de 6.000 personas de ese país. En su intervención, explicó a los asistentes al foro de ayer que «los jóvenes tienen la llave para conseguir un mundo mejor», y que no hace falta «ir muy lejos para cambiar el mundo. La cooperación internacional empieza en el ascensor de nuestra casa, regalando una sonrisa a la persona anónima que nos encontramos», señaló.

«Teníamos dos opciones, encerrarnos en el sufrimiento y el odio, o mirar hacia delante»

Irene Villa