Cazadores de fotos de aviones

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Un grupo de coruñeses describen una afición que cada vez tiene más adeptos

21 feb 2011 . Actualizado a las 13:32 h.

Salen a cazar a cualquier hora. Son pacientes, conocen los mejores lugares para el acecho y no les importa hacer cientos de kilómetros para poder disparar. Sus piezas pueden pesar hasta 140.000 kilos en el momento de levantar el vuelo y el resultado de sus cacerías no está colgado en los salones de sus casas, como una vulgar cornamenta de ciervo, sino en Internet, en páginas como aviation corner. Son los planespotters, personas a las que les une su afición por disparar con sus cámaras fotográficas a los aviones, por cazar todo tipo de aeronaves y cuanto menos habituales sean esas imágenes más meritoria es la foto.

En ocasiones, estos aficionados pueden parecer tipos sospechosos apostados en el entorno de un aeropuerto a los que detectan la Guardia Civil o los servicios de seguridad: «Ya nos conocen y, como mucho, te piden el carné de identidad», explica José Luis Maquieira, que ha vivido la experiencia en Alvedro. En otras ocasiones, «te ven y pasan, ya saben que es el enfermo ese que hace fotos», ironiza.

Algunos llevan años acercándose a los aeropuertos, o sus inmediaciones, para hacer fotos. Es el caso de Javier Pedreira, que hace de anfitrión en el encuentro que cinco de estos fotógrafos mantuvieron en la sede del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, Muncyt. Y es que uno de los atractivos de este centro será la parte delantera del Boing 747 Lope de Vega, que está siendo acondicionada y musealizada.

Los cinco aprovechan para fotografiar desde el mismo tren de aterrizaje este emblemático avión, unas imágenes más para sumar a sus archivos, y comentar algunas de sus características. «A Alvedro no viene ningún avión de este tipo», indica Luis Barreiro, mientras Maquieira muestra unas fotos de la estela nocturna de un avión saliendo del aeropuerto coruñés.

Desde Ourense, donde vive, llega al encuentro Esteban Lamas, que explica la aparente contradicción de ser aficionado a hacer fotos a los aviones en una ciudad donde no hay aeropuerto: «Antes vivía en Santiago y allí, en Lavacolla, fue donde me aficione». Ahora aprovecha las ocasiones para acercarse a un aeropuerto siempre que puede.

Es lo que hacen todos ellos, que en ocasiones viajan solo para «ir a coger aviones». Aludiendo al modelo 747 comentan que en alguna ocasión han ido hasta el aeropuerto de Oporto, del que sale «un avión de carga de Air France» que hace la línea desde la ciudad portuguesa hasta París «y tiene un peso máximo al despegue de 140.000 kilos», detalla Eduardo Quintela, otro de los componentes de este grupo, cada uno de los cuales se plantea nuevos retos para este año.

Estos cinco aficionados apuntan la existencia de otro colectivo similar en Vigo y muestran sus herramientas para la caza de imágenes: teleobjetivos, trípodes y, algunos, dos cámaras. También un elemento llamativo: una radio que les permite escuchar las comunicaciones de los pilotos con las torres de control cuando van a efectuar el aterrizaje. «Es legal, totalmente legal», enfatiza Maquieira, detallando que «lo que no puedes hacer es emitir, eso sí que sería ilegal porque interfieres en la comunicación». Una idea del alcance de estas radios la da el que si el receptor se sitúa en el Xalo «puedes coger las conversaciones de Alvedro y Lavacolla», indican. Fue precisamente con una de estas radios con las que un planespotters dio la pista, en el aeropuerto de Palma de Mallorca, sobre los supuestos vuelos ilegales de la CIA.