Son redes privadas las que permiten el acceso gratuito en cualquier zona
24 ene 2011 . Actualizado a las 10:52 h.A Coruña es territorio wifi. El acceso a Internet sin cables se ha extendido ya por toda la ciudad pero, eso sí, los que quieran sacar a pasear el portátil o el móvil tendrán que apuntar muy bien a dónde orientan sus conexiones para no tener que sacar la cartera a cambio. Y es que para aquella ciudad wifi sostenida por el Ayuntamiento que prometió el alcalde Javier Losada en el 2007 todavía queda bastante recorrido, aunque ya se ha puesto el esqueleto básico. Cuatro años después, desde María Pita aseguran que se está estudiando cómo llevar Internet a las principales plazas de la ciudad sorteando los obstáculos legales que dificultan el servicio.
Hasta que ese momento llegue, centros cívicos y bibliotecas siguen siendo, a día de hoy, los principales destinos para aquellos vecinos que quieran acceder a Internet de forma gratuita, ya sea con sus propios equipos o con los que hay dispuestos en los propios centros. Si el Fórum Metropolitano y la biblioteca de la Sagrada Familia fueron pioneros en su día en ofrecer acceso wifi, doce centros cívicos y cinco bibliotecas municipales ya permiten a día de hoy la conexión libre y gratuita al wireless municipal. A ellos se les sumará en breve el centro cívico de Feáns y el de Novo Mesoiro.
También en las bibliotecas estatales, como en la Miguel González Garcés de Elviña, se puede navegar libremente gracias al wifi. En las de la Universidad, solo se reservan unos cuantos ordenadores para el acceso público, «nos que se pode ver o catálogo das bibliotecas e tamén facer outras consultas», explican desde la UDC. Solo la comunidad universitaria (estudiantes, profesores y personal de administración y servicios) tiene acceso ilimitado a la wifi de la institución gracias a sus pases personalizados.
Acceso con clave en estaciones
Tampoco en los grandes nudos de transporte, la estación de autobuses y la de San Cristóbal, es sencillo conseguir acceso a Internet. La primera, en teoría, cuenta con un acceso libre, que el Ayuntamiento puso en marcha hace ahora dos años. Sin embargo, los usuarios se quejan de que cuando intentan conectarse se encuentran la red encriptada. No fallan: paseando por allí con un móvil, la única red que se detecta pide una clave para iniciar sesión. Mucho requisito para tan poco tiempo de espera en las dársenas.
En la de tren, solo tendrán suerte los clientes de Movistar. Es esta empresa quien facilita el acceso a Internet en San Cristóbal. Quien tenga una tarifa de datos contratada con la operadora podrá utilizarla libremente. Quien no, tendrá que pagar o guardarse el móvil en el bolsillo.
Más suerte, según se mire, tendrán los pacientes del Chuac. Los cuatro grandes centros (Teresa Herrera, Oza, Abente y Lago y el propio edificio central del complejo) tienen acceso «universal y gratuito» a las redes inalámbricas. La única restricción se da en el Abente y Lago, donde el acceso a Internet está limitado, por cuestiones técnicas, al área de hospitalización. Es decir, que el que quiera ver una película mientras pasa unos días en el hospital, mejor que sea previsor y meta el portátil en la maleta, porque le saldrá gratis, no como las tarjetas necesarias para encender la televisión.
Iniciativas privadas
En este escenario, y aunque las redes wifi se van extendiendo al conjunto de los edificios públicos, de momento solo la iniciativa privada garantiza el acceso libre a Internet en cualquier barrio de la ciudad. Un acceso que se articula, básicamente, alrededor de las cafeterías, que han visto en el wifi un gancho para aumentar la clientela. No es coto reservado a los grandes locales, como el Vecchio, el Boulevard o La Jijonenca, sino que se ha extendido a los más pequeños, que incluso han optado por liberar completamente las redes para atraer a más gente. Es el caso del 8 Luces, en la calle del Orzán, que, a escasos metros de la biblioteca de Estudios Locales ?con wifi municipal gratuito?, ha optado por abrir su conexión para atraer a quien, además de Internet, le apetezca un café. En La Internacional, en Rubine, lo ven «como un servicio más al cliente» que dan desde hace año y medio tras encargar, eso sí, la correspondiente consumición.
También los centros comerciales se han apuntado a la moda wifi: Espacio Coruña, Dolce Vita, Los Rosales y Los Cantones Village ofrecen todos acceso libre. También Cuatro Caminos tiene conexión inalámbrica, aunque es necesario un pase temporal para acceder.
Los foneros comparten su red
Y mientras el proyecto de ciudad wifi se materializa en María Pita, cientos de coruñeses la van construyendo poco a poco. Son los foneros, una comunidad de usuarios que se deciden a liberar su conexión a Internet a cambio de poder usar la de cualquier otro usuario de la red en todo el mundo.
Serafín Villar y Sergio Otero son dos de esos coruñeses que optaron por abrir sus redes wifi para quien quisiese usarlas. El primero ya no lo hace, porque «desde que tengo el móvil con Internet para mí dejó de tener sentido». El segundo, que aún la comparte, explica que los 39 euros que cuesta la fonera (el aparato que permite abrir la red) dan derecho a quedarse con hasta el 50% de lo que desembolsan los usuarios ajenos a Fon por conectarse a su red.
Y es que, Internet, aunque libre, sigue siendo negocio.
el principal obstáculo para poder llegar a construir una ciudad wifi lo ponía hasta ahora la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones (CMT). Con sus resoluciones, el organismo regulador cortó las alas en el pasado a los ayuntamientos que, como ocurrió en Málaga, pretendían extender su red wifi gratuita fuera de los edificios municipales.
Sin embargo, ante el aluvión de peticiones y consultas públicas, la CMT estableció en mayo del año pasado las nuevas condiciones que deberán cumplir los ayuntamientos para extender la conexión inalámbrica a Internet a plazas o jardines, como pretende el gobierno local de A Coruña.
Para no interferir en el libre mercado y caer en competencia desleal con los operadores privados, la CMT establece que las administraciones públicas que quieran ofrecer este servicio deberán hacerlo a una velocidad más lenta que la estándar en el mercado (un tope de 256 Kbps) y evitando que esta red llegue a edificios residenciales o de oficinas.
Y mientras las redes wifi van despegando, tanto en domicilios particulares como en edificios públicos, los cíber de la ciudad van reinventando poco a poco su negocio para que la caída de la demanda no les obligue a echar la persiana. «En los últimos años hay mucho bajón, pero no es tanto por el tema de la wifi, que también influye, sino que casi todo el mundo tiene Internet en casa», explica Lina Conde, del Xebre Cíber, en San Andrés. Este, como muchos de los que hay en la ciudad, es hoy local para todo: locutorio, fotocopiadoras, recarga de telefonía móvil... Todo es poco para sostener un negocio que no atraviesa su mejor momento.
«No te queda otra, tienes que ir ampliando porque necesitas todo y aún así llegas a duras penas a final de mes», explica Lina, que advierte de los cambios en la forma de navegar de los usuarios: «Hace diez años era el bum del chat, la gente se pasaba horas y horas, y hoy eso se ha calmado». Entre quien hoy se acerca, advierte, «hay muchos que no saben manejarse con el ordenador y vienen buscando una secretaria o una profesora particular».