Juegos de rol en la sesión golfa

A CORUÑA

El sonido de varios despertadores en cada sala sorprendió a los asistentes a los últimos pases del domingo en los cines Filmax

14 oct 2008 . Actualizado a las 11:33 h.

Brad Pitt y George Clooney hacían el ganso, pero bajo una marca de calidad llamada hermanos Coen. Robert de Niro y Al Pacino hacían lo que podían, eso que los cinéfilos llaman un producto alimenticio. Lo suyo es de asesinato. Woody Allen mostraba Barcelona, lo que se puede ver por detrás de Penélope, Scarlett y Bardem. En la cartelera de cine del pasado domingo también había tres mujeres, Diane Keaton entre ellas, que tenían un plan para solucionar el asunto de la crisis económica con el dinero de la mismísima Reserva Federal de Estados Unidos.

Lo que no sabían los espectadores asistentes a los últimos pases de estas y otras películas en los cines Filmax era que entre ellos había un grupo de jóvenes que también tenían un plan; la historia podría ser de ciencia ficción, como bromean algunos que es que en Santos el ferrolano Javier Gutiérrez acabe liado con Elsa Pataky. Pero no, el plan de los jóvenes era algo real y sonoro, incómodamente sonoro: en un momento de las proyecciones y en prácticamente todas las salas empezaron a sonar despertadores.

El primer efecto fue de sorpresa y desconcierto, encontrando como única irónica explicación que algún espectador previsor temiendo que la película no le gustase y se quedara dormido habría activado su despertador. Pero no. El personal que atiende las salas Filmax, en El Puerto Centro de Ocio, pronto descubrió que medio escondido en las butacas de las mismas había desperdigados varios despertadores que no dejaban de sonar.

La solución más fácil para silenciarlos, pensaron con habilidad, era retirarles las pilas; pero ahí llegó otra sorpresa: estaban pegadas y era imposible extraerlas. Por un momento temieron que La conspiración del pánico se hubiera trasladado a las salas y para evitarlo decidieron tomar medidas contundentes: ahogar en agua los malditos despertados, uno de ellos con el escudo del equipo de fútbol del Barcelona. Parecía otro guiño barcelonista de Woody pero no, ayer varios trabajadores de Filmax negaban, sorprendidos, que el asunto fuera debido a una cuestión laboral, como apuntó algún espectador.

Los empleados afirman que se trató de un juego de rol e incluso «me parece que tengo controlados quiénes son, porque es una gente que viene con frecuencia por aquí, un grupo de jóvenes que tienen aspecto gótico», explicaba uno de los trabajadores, entre sorprendido y divertido. Y es que hasta la fecha nunca les había ocurrido nada semejante. Al contrario que en la Batalla en Seattle no fue necesario ningún estado de excepción y todo quedó en un Quemar después de leer.