El juez decano de A Coruña dice que es más fácil crear un juzgado que acabar con las goteras

A CORUÑA CIUDAD

25 sep 2007 . Actualizado a las 11:24 h.

El primer lunes del otoño amaneció con lluvia en A Coruña. Las decenas de personas que durante la mañana de ayer acudían al edificio de los nuevos juzgados de la ciudad cerraban sus paraguas tras la cristalera de acceso. El agua acumulada en las inmediaciones de la columna de la entrada era achacada a la humedad, al menos en un primer vistazo. Los trabajadores ya saben, y sufren, que en realidad procede de las goteras del tejado.

Al llegar al pie de la característica escalera de caracol que une las cuatro plantas del edificio, los usuarios, perplejos, dudaban si tenían que volver a abrir el paraguas. Por momentos llovía tanto o más que en el exterior. Los miradas de curiosidad comenzaban en el charco de agua del suelo y acababan, inevitablemente, en el tejado de uralita por donde caía el agua. Las manchas en el granito del suelo indicaban que la cosa no era nueva y el paso por el lugar de algunos funcionarios como si no ocurriera nada lo confirmaba. Las goteras ya forman parte de la decoración y al preguntarle por ellas el juez decano, Antonio Fraga Mandián, ya opta por una cierta ironía: «Es mi gran frustración de estos años, nos crean nuevos juzgados y no nos quitan las goteras».

El juez decano recuerda que ha pedido «por activa y por pasiva» a la Administración de Justicia que repare el tejado del edificio y aporta tal cantidad de datos sobre las dichosas goteras que está claro que si tuviera que juzgarlas acabarían condenadas. Recuerda que lo del tejado no empezó bien, ya que la uralita del mismo tiene una parte para protegerla del sol, «pero se equivocaron y la pusieron hacia dentro y no hacia el exterior». A ello se une que las gomas situadas en las juntas de dilatación de las planchas «las pican las gaviotas y por ahí entra el agua».

Fraga Mandián detalla los efectos de las goteras: «El suelo es de granito bravo , sin pulir para que la gente no resbale, pero, aunque es muy bueno, el agua lo va manchando; a veces lo han pulido pero las manchas ya no se van y el agua va dilatando el solado». Detalla que el agua entra por varios sitios, que el tejado «es malo» e insiste en que este problema «es una frustración para este decano». Algo de razón debe tener porque en febrero de 1996 la junta de personal de Justicia pidió a la delegación provincial de la Consellería de Xustiza que elaborara un informe completo «en relación con las deficientes instalaciones del edificio enfermo de los nuevos juzgados». Once años después, el inmueble continúa enfermo de goteras.