En algunas zonas de España asocian la festividad de Santa Cecilia, la patrona de la música, a las bandas de ídem, pero por aquí somos más de corales y el binomio corre mejor por estos caminos. Ya casi no entendemos la Costa da Morte sin corales, y eso que la proliferación ha explotado en pocos años. No les digo ya el caso de Baio, cuya coral, la de Xan Mella , se está enraizando como antes lo hicieron Adro o Badius, por ejemplo. Así que, claro, el coro que preside Antonio Díaz Amor y que dirige Tatiana Pankrátova celebró Santa Cecilia con una cena. Fue en un acto multitudinario, celebrado en el restaurante A Lareira de Baio, en el que, además de los integrantes de la agrupación, había muchas caras conocidas de la vida social comarcal: el presidente de la asociación de vecinos, Manuel Núñez ; el de la Asociación de Empresarios Comarca de Soneira, Manuel Mourelle Amado ; el presidente de la Fecom, José Gabín , y su esposa, la responsable de Amigos do Liño, Carmen Riveiro. Una cena ideal para cenar y cantar.
Hablamos ahora de correr. Y de correr para ser solidarios. Ya he visto esta actividad en algunos de centros de la zona, y los alumnos y profesores del colegio de Dumbría han sido los últimos en sumarse a la actividad. Colaboraron con la oenegé Save the Children, para ayudar a niños de Costa de marfil, para fomentar los valores que sirvan, en el futuro, para mejorar la vida de los niños más desfavorecidos. Los alumnos seguirán esta semana con más actividades, en particular con una exposición de trabajos relacionados con el otoño y el mundo del cómic, que han elaborado los propios chavales. Es cierto que lo de las exposiciones no es patrimonio de este centro: casi no hay colegio que no esté a vueltas con algo, ya sean castañas, nueces, hojas secas o juegos relacionados. Qué diferencia con mis tiempos y los tiempos de tantos, en el que la mayor actividad con hojas era el intercambio de cromos. Hojas del color de fútbol. Magosto. Y, cierto, si hay una actividad que caracteriza a esta época, además de las oraciones para que se acabe la crisis, son los magostos. Doy fe de que en buena parte de Soneira la palabra magosto, al menos en la época de los cromos, nunca se empleaba para comer castañas. Se comían castaña asadas, por ejemplo recogidas en Daneiro u O Allo con manos infantiles (no, no se podía hacer) y punto. Hoy hay magostos casi a diario, que en realidad son actos sociales, reuniones de amigos con las castañas como epicentro culinario. Uno de los últimos fue el del Casino de Carballo, que preside Fernando Gómez Álvarez.