Corcubión, su paso de villa marinera a verdadera urbe

Luis Lamela

CARBALLO

30 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Recientemente reclamaron mi colaboración para analizar cuál fue el momento en el que Corcubión pasó, de ser una villa marinera, a una verdadera urbe dentro de la Costa da Morte. Ese momento no se puede datar de forma concreta, porque el pueblo fue evolucionando a través de los siglos, muy despacio. Pero, para ponerle una fecha, nos inclinamos por la década de 1820, en la que los fomentadores catalanes, que ya venían operando en la ría desde mediados del siglo XVIII, se establecieron físicamente con un pequeño grupo de familias en Corcubión, instalando factorías de salazón, produciéndose un importante cambio en el sistema de producción vigente.

Esta industria de salazón y conservas dio impulso a otras ramas de la economía, como la importación de sal. Con este cambio, se abrió un proceso de formación -y transformación- de la burguesía, adaptada hasta ese momento a una estructura socioeconómica muy tradicional -practicaban el prestamismo y la compra de tierras-, que contrasta con la incipiente época de industrialización y progreso material que se produce en el primer tercio del siglo XX. Algunos de los miembros de la más pura burguesía fueron escalando posiciones que los llevaron a la oligarquía, dejando en un segundo lugar a los más viejos -cargos de la administración pública-, llamados «privilegiados».

Comercio marítimo

Desde 1860 Corcubión ya aparece como un activo puerto que participa del comercio marítimo oceánico, con un pequeño y mediano comercio interno jugando un papel muy importante, atrayendo a mercaderes forasteros, como fueron los maragatos. Y la categoría de cabecera del Partido Judicial, concedida en 1837 por el sistema Liberal, también mantuvo la vieja tradición de centro administrativo, lo que supuso la llegada de un número cada vez más grande de funcionarios de otras zonas de Galicia o de la Península. En el primer tercio del siglo XX Corcubión ya era uno de los pulmones comerciales de la zona, apareciendo los típicos comercios muy bien abastecidos y negocios propios de una pequeña población urbana, con un notable componente tradicional, lejos del carácter más «moderno» de Carballo, pero claramente por encima de otras poblaciones como Fisterra, Cee, Muxía... En los años veinte se produjo el punto álgido de la economía corcubionesa, alcanzando cada vez más actividad el puerto en el que recalaban un número importante de buques nacionales e internacionales. La estratégica situación de la ría dentro de las rutas marítimas atlánticas y las privilegiadas condiciones de la misma, fueron factores que motivaron la llegada de gran cantidad de buques extranjeros.

Industrialización

La verdadera época de la industrialización comenzó, pues, en los inicios del siglo XX, y tuvo siempre un carácter marcadamente marítimo, tanto desde las actividades pesqueras, como en el transporte de mercancías en cabotaje o por rutas oceánicas. A partir de 1904, luego de entrar en funcionamiento la Fábrica de Carburos de Cee, se instalaron los depósitos de carbón flotante, incrementándose también la exportación de madera, conociendo asimismo un notable auge del turismo «de calidad», gracias a la movilidad del alto personal administrativo y de la emigración más afortunada en ultramar, al contar con infraestructuras hosteleras básicas y por las calidades climáticas durante el verano, además de las paisajísticas.

Pero, con la sublevación de Francisco Franco y la guerra civil subsiguiente, el castillo de progreso de Corcubión se derrumbó paulatinamente. Primero, con el freno de la exportación maderera, al suspenderse la exportación a Asturias y la inactividad de la industria carbonera por falta de materia prima al cesar las importaciones de Inglaterra y la llegada de buques para repostar. Y más tarde, al primar por parte de las nuevas autoridades el carbón asturiano perjudicando las importaciones inglesas, así como la inactividad de la industria conservera al cesar también la exportación de sus productos.

Segundo, mientras que la represión física se dirigió en los demás pueblos contra los obreros -caso de Cee-, beneficiando a la patronal y a los poderes oligarcas que siguieron intactos, en Corcubión la represión se cebó principalmente contra las familias emprendedoras que lideraron el progreso económico: la familia Miñones -uno de sus miembros fue fusilado, otros dos exiliados en Argentina; todo el patrimonio embargado preventivamente y numerosas sanciones (extorsiones) que llevaron al cese del negocio bancario y a la ruina familiar-; y ya más lejos, la de Plácido Castro, que aunque se retirara del negocio empresarial, su heredero fue represaliado económicamente y desterrado a Vigo.

La caída

Y mientras Corcubión fue cayendo poco a poco, desindustrializándose, Pedro Barrié de la Maza y el Banco Pastor se beneficiaron en parte de los activos de la Casa de Banca de los Miñones, de la Banca de Perfecto Castro Canosa, en Cee, y del cese de la actividad bancaria corcubionesa, ayudando a desplazar la industrialización y la riqueza al otro lado de la ría. Y por parte de los antiguos «privilegiados» corcubioneses, que fueron también de alguna forma beneficiados por la represión franquista -algunos de ellos participaron activamente en la misma- y desaparición de la oligarquía económica y empresarial emprendedora corcubionesa, intentaron años más tarde reactivar la economía de la localidad con la creación de una empresa turística, construyendo unas instalaciones hoteleras que finalmente resultaron un completo fracaso.