La Costa da Morte está plagada de testimonios de la diáspora

La Voz

CARBALLO

17 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

La Costa da Morte es una comarca marcada profundamente por la emigración, un fenómeno constante a lo largo de todo el siglo XX (y en los dos anteriores) y que afectó de una manera intensa a casi todos los municipios

¿Qué ha quedado en la comarca de los grandes éxodos? Gracias a estudiosos como Baldomero Cores o Manuel Suárez, entidades como el ABC de Corcubión o los Hijos de Zas, además de colectivos en Suiza desde hace 40 años, se conoce más o menos bien la huella en el extranjero, sobre todo la de aquellos que triunfaron en la empresa, el deporte, los libros. La de aquí se conoce menos.

Pero hay muchos casos. Los habitantes de esta zona serían hoy los mismos de no haber tenido a su alcance uno de los mejores centros educativos de la provincia. A Fernando Blanco, (y a José Carrera en Corcubión), se lo deben.

Y tal vez Malpica también fuese otra de no ser por el filántropo Anselmo Villar Amigo, nacido en 1850 y fallecido hace 91 años. Fue una figura crucial en los momentos decisivos de la historia española que, sorprendente e injustamente, permanece olvidado, con excepciones como los trabajos universitarios de Marcela García Sebastiani o una guía del Concello de Malpica, que define a Villar como «o mellor amigo de Malpica». Fue diputado en las Cortes españolas, fundó la Cruz Roja en Argentina y sufragó numerosas obras su localidad.

En Corcubión destacó Benigno Lago. Nacido en 1897, tras casarse emigró a Argentina en 1920, donde nacieron sus tres hijos. La familia residiría también en Perú y en estos dos países conseguiría una notable fortuna mediante la explotación de minas de mica y la industria pesquera. En los 50 la familia decide regresar a Galicia e invertir parte de sus fondos en el progreso de su villa natal. Gracias a su apoyo financiero Corcubión fue, por ejemplo, uno de los primeros municipios de la provincia en tener abastecimiento de agua potable. También colaboró en la realización de otras mejoras urbanas e instauró una industria pesquera con una importante flota naval encabezada por el barco Corcubión.

Por otro lado, en Camariñas, gracias los fondos donados por Domingo Antonio Rodríguez Canosa, en el siglo XVIII pudo levantarse la actual iglesia de San Xurxo.

En otros casos, la huella es menor, pero importante para los vecinos que la aprovecharon. Las escuelas Areas Blanco, en Nemiña; la Marcial González, en Estorde; la Juan Díaz Fernández, en Suarriba (Fisterra) o la Labarta Pose de Pasarela se deben en gran medida al trabajo de sociedades como la ABC de Corcubión, así llamada por el partido judicial, pero con un ámbito territorial más extenso.