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Polémica mundial

¿Se acabó escribir a mano?

Los colegios finlandeses abandonarán el próximo año la caligrafía enlazada tradicional: si los niños van a utilizar teclados, creen que es mejor instruirlos en su manejo y no perder el tiempo en una escritura que algunos definen como un “adorno innecesario”. ¿Lo es? La polémica es mundial.

Por Carlos Manuel Sánchez | Fotografía de Aki-Peka-Sinkjosk

Jueves, 05 de Enero 2023

Tiempo de lectura: 7 min

Creáme. ¡No teníamos ninguna intención de asustar al mundo entero!  La reforma la hemos hecho solo para nosotros». Minna Harmanen está molesta. Como buena finlandesa, no le gusta llamar la atención. Pero como autoridad educativa del país más innovador en cuestiones escolares, es inevitable que la llame.

Harmanen es la responsable de enseñanza de la escritura en la Oficina Central de Educación de Helsinki. Esta oficina ha impulsado el último experimento del sistema educativo finlandés: adiós a la caligrafía. Dicho así, suena bastante radical. Hay que matizar que en realidad se trata de un adiós a la escritura en cursiva (inclinada), con las letras enlazadas; la que aprendemos en los dictados y en los cuadernos de papel pautado con redondeles, palotes y sin salirnos del renglón; una escritura que en el idioma finés tiene una molesta sobrecarga de diptongos y diéresis.

«Los finlandeses somos un pueblo pragmático. Aprender a escribir así exige mucho tiempo y necesitamos esa energía para otras cosas, no para adornos innecesarios», explica Harmanen. No obstante, se seguirá enseñando la letra escrita a mano, solo que de imprenta (letras aisladas). Y la sinuosa caligrafía de toda la vida pasará a ser opcional.

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Como hace cien años. Repetición de frases y letras hiladas. Las cartillas para hacer caligrafía apenas han cambiado. Este cuaderno del año 1950 en poco se diferencia de los que usan muchos niños en el siglo XXI.

Decir que la oficina de Harmanen 'la ha liado parda' en el ámbito internacional no es exagerado. Pero lo curioso es que en Finlandia apenas ha habido debate con el tema. La reforma educativa entrará en vigor el próximo curso, pero algunos centros ya la han puesto en marcha.

Es el caso de la escuela Poikkilaakso, en las afueras de Helsinki. El tema se planteó en una reunión con los padres y no hubo quejas. Y ahora, en vez de esmerarse trazando volutas, despacito y con buena letra, los alumnos aprenden mecanografía. Así usarán los diez dedos con soltura cuando manejen un teclado y no solo lo aporrearán en plan autodidacta. El bachillerato lo cursarán con ordenador o tableta, por eso es mejor que vayan acostumbrándose. «La escuela no puede vivir al margen de la sociedad. Si los chavales usan cada vez más dispositivos electrónicos, es responsabilidad de la escuela proporcionarles la habilidad necesaria para teclear en ellos».

El futuro de la escritura a mano

La iniciativa finlandesa es tan controvertida porque ha puesto sobre la mesa algunos interrogantes que dan vértigo. ¿Es la escritura a mano una habilidad en vías de extinción? ¿Qué perderíamos si así fuera? Encuestas en Alemania y el Reino Unido revelan que uno de cada tres adultos no ha escrito nada a mano en los últimos seis meses. Si los adultos no cogemos un boli, ¿lo harán nuestros hijos, que son nativos digitales?

El 15 por ciento de los alumnos españoles usan tabletas en el aula. Muchos especialistas alertan del peligro de la escuela sin papel

¿Y en España? El 58 por ciento de los españoles todavía escriben habitualmente a mano, aunque sea para hacer la lista de la compra, apuntar algo en el trabajo o transmitir un mensaje de cariño. El móvil, sin embargo, ya ha desbancado al manuscrito a la hora de las felicitaciones. No obstante, frases como «te echo de menos» o «te quiero» hacen más tilín cuando se ven escritas a mano. Somos unos románticos... Y un dato revelador: solo el 34 por ciento de los estudiantes ven necesario llevar un bolígrafo encima. ¿Para qué gastar tinta si les resulta más cómodo escribir en formato digital, compartir y guardar? A la pereza manual contribuye que un 76 por ciento de los hogares españoles tienen ordenador y el 95 por ciento de los menores lo usan.

Si nos damos una vuelta por nuestros coles, entenderemos mejor lo que se nos viene encima. La OCDE calcula que en España hay un ordenador por cada dos alumnos. El Gobierno destinará 330 millones de euros para extender la banda ancha ultrarrápida por todos los colegios. Muchos centros disponen de plataformas telemáticas donde profesor y alumno están en contacto virtual. Los deberes se escanean y se envían por la red... Una encuesta de la revista infantil Sapos y Princesas revela que un 15 por ciento de los alumnos españoles ya usan tabletas en el aula: la inmensa mayoría las compagina con los libros de texto, y solo el 1,3 por ciento los ha sustituido totalmente. El 77 por ciento de los padres están de acuerdo en la inclusión de las tabletas. Y la creciente presencia de las nuevas tecnologías se ha convertido incluso en un motivo decisivo para la elección de centro.

Marea electrónica

Apple y Samsung se reparten el 75 por ciento de este mercado educativo en España. Cada vez más alumnos van a clase con el iPad en la mochila. Y la marca coreana tiene su propia solución, que denomina Samsung School, un combinado de tabletas, software, aplicaciones, pizarras interactivas y trabajo en red.

Tomar los apuntes a mano mejora la capacidad de memorizar porque se activan hasta tres regiones diferentes del cerebro

La marea electrónica es imparable. Pero hay pedagogos que alertan sobre la mitificación de la 'escuela sin papel'. «La mayoría de los ejecutivos de las empresas tecnológicas de Silicon Valley llevan a sus hijos a un colegio que no usa pantalla en las aulas. Según ellos, impide el pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad de reflexión», advierte Catherine L'Ecuyer en su blog.

La crisis educativa es una crisis de atención; y las tabletas, un chorro inagotable de estímulos, muchos irrelevantes, que el cerebro infantil no tiene capacidad de filtrar. Van directos al circuito de la dopamina, creando adicción. Así que los peques están perpetuamente distraídos, cuando sus papis, ingenuos, piensan que están concentrados. Además, reflexiona L'Ecuyer, hay que tener en cuenta la obsolescencia programada de esos dispositivos, que probablemente no resistirán a la próxima generación de gadgets.

Jubilar al teclado

Porque esa es otra... ¿Quién garantiza que los teclados sobrevivirán? Quizá el futuro nos depare la vuelta triunfal de la caligrafía. En las tabletas se puede escribir usando lápices ópticos cada vez más sofisticados. Y ya hay sensores como Leap Motion, que captan el movimiento de nuestros dedos en el aire y prometen jubilar a teclado y ratón. También se investiga cómo revestir el papel con materiales como el óxido de grafeno, que convertirán un folio en un procesador de textos, lo cual supondría un alivio para las 6200 empresas españolas dedicadas a las artes gráficas y que dan empleo a 103.000 personas.

¿Vale la pena entonces salvar la caligrafía? Los apuntes a mano mejoran la capacidad de memorizar porque se activan hasta tres regiones diferentes del cerebro: corteza parietal, giro fusiforme y giro frontal inferior. Es como si hiciéramos tres copias de seguridad. La escritura a mano es algo único e intransferible. Nuestro sello personal, nuestro código de barras. Y es también el toque humano, una prueba de que no somos robots...

Es cierto que, por falta de práctica, cada vez escribimos peor y que nos cuesta descifrar incluso nuestros propios textos. Una mala letra, como los garabatos de los médicos, puede ser mortal. Literalmente. Según el Instituto de Medicina de Estados Unidos, las recetas ilegibles causan hasta 1500 muertes anuales.

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Sin tecnología. Frente a la revolución digital de las escuelas, los gurús de Silicon Valley mandan a sus hijos a colegios donde no se utiliza la tecnología: nada de tele, videojuegos, tabletas, móviles... Solo libros.

La letra también da pistas preciosas sobre nuestro estado de ánimo. Los psiquiatras lo tendrían muy difícil a la hora de diagnosticar una depresión si tuvieran que hacer un recuento de los emojis tristones que salpimientan un texto de WhatsApp en lugar de fijarse en la inclinación de los renglones o el tamaño de la letra.

Pasadas experiencias similares a la finlandesa no han sido alentadoras. En algunas escuelas estadounidenses se ha eliminado la enseñanza de la cursiva, pero no han faltado iniciativas para rescatarla incluso en los tribunales. Alemania se lo piensa: la letra de imprenta se va imponiendo en casi todos los estados federados, excepto en Baviera. Francia ya eliminó el dictado y el cálculo mental... Y ahora quiere recuperarlos. Y España 'blindó' la obligatoriedad del dictado en la última reforma legislativa. En definitiva, ¿por qué resignarnos a perder una habilidad cultural que tiene seis mil años de historia? ¡El saber no ocupa lugar! Y hay quien cita un precedente: el ábaco desapareció de los colegios de Occidente en favor de las calculadoras, pero sigue presente en los colegios asiáticos, lo que estimula el razonamiento abstracto. Resultado: chinos y coreanos son más espabilados a la hora de resolver problemas matemáticos.

Orden y lentitud

La caligrafía impone orden y cierta lentitud. Otorga más tiempo para pensar. Esforzarnos en poner por escrito algo que nos resulta nebuloso contribuye a que aclaremos nuestras ideas, sostienen los defensores. No nos engañemos con falsas nostalgias, proponen los detractores: cada época es diferente. Y el ordenador permite corregir y refinar nuestras ideas sobre la marcha. ¿Quién echa de menos los plumines y tinteros de tiempos no tan lejanos, quién los castigos por los manchurrones inoportunos, o esa necesidad de alumbrar la frase definitiva y sin vuelta atrás para no dejar la hoja perdida de tachaduras?

Los finlandeses aseguran que no se tiene por qué perder motricidad fina si se abandona la letra hilada. Afirman que también se estimula abrochándose los cordones de los zapatos o haciendo ganchillo... En la escuela Poikkilaakso, en las afueras de Helsinki, los alumnos cosen pollitos. Todos, los niños y las niñas, enhebran con paciencia el hilo que usarán para hacer los ojos de los animales. Todos estudian cocina: cortar la verdura también exige destreza. En España, un 1,3 por ciento de los alumnos han prescindido totalmente de los libros de texto.