La Voz de Galicia

«Yo no puedo fallar en la calidad»

Vigo

María jesús fuente soledad antón VIGO / LA VOZ

Santi Santamaría dijo que las mejores cocochas de su vida las comió en su restaurante

14 Mar 2011. Actualizado a las 12:22 h.

Su rincón no podía ser otro que aquel donde transcurre la mayor parte de su vida, entre los fogones de su restaurante de la calle Triunfo, en pleno Casco Vello. Desde ellos controla calidad, preparación y servicio.

A Jaime Fernández o Jaime Capitán, como se le conoce popularmente por el nombre de su local, no se le escapa detalle. Tal es su concentración en el negocio que habitualmente pasa por alto la popularidad de los comensales. Y eso que en su comedor han recalado nombres tan populares como Javier Bardem, Pepón Nieto, Adriana Ozores, Iván Ferreiro, Óscar Jaenada o Carlos Sobera, entre otros muchos. La mayoría de las veces pasan desapercibidos. Sobre todo, porque Jaime no es amigo de retratos ni de colgar fotos. Podría tener el comedor empapelado.

«De pequeño era una persona muy hiperactiva, mi ilusión en la vida era viajar, me gustaba mucho la aventura », explica.

Colgar clases

Con apenas 13 años empezó a colgar clases sin decir nada en casa para trabajar en los astilleros. Hacía la actividad de un oficial de primera, cuando la armadura de los barcos era en su mayor parte manual. Allí se comía el bocata (en teoría para el recreo del colegio) que su madre pagaba por meses en la charcutería.

Con 14 años sacó la libreta de navegación y embarcó con su padre hacia la costa portuguesa para habituarse al mar. De esa época guarda uno de los mejores recuerdos de su vida. «Eran barcos de 40 metros, dominábamos el castillo de proa seis marineros y teníamos una rata como mascota; comíamos en cubierta, en una especie de palangana, pero impecable; la limpieza se hacía con cazón que es más áspero».

Después de tres meses embarcó en el Punto Blanca, de madera y con un compás como única tecnología. «A los dos días de salir de Vigo nos quedamos sin combustible porque se calculó mal para ahorrar y estuvimos 10 días a la deriva; rompíamos parte del barco para utilizar la madera como combustible hasta que El Campeón de Campsa nos rescató».

Al llegar a Canarias pensó: esto no es lo mío y se embarcó en un liberiano hacia Singapur, donde cargaron material de guerra para Saigón. Allí empezó su periplo por los fogones. Embarcaba en la máquina y siempre acababa en la cocina.

Con 17 años ya estaba en supplies, grandes barcos que abastecían a las plataformas del Golfo Pérsico, donde los días 28 de cada mes cobraba puntualmente en efectivo. De vuelta en Vigo le propusieron montar un restaurante y abrió El Capitán de Baiona con el analista Román Pereiro. Tras dos años intensos decidió romper con el estrés y volver a su anterior profesión. Malvinas, Sudáfrica, y los dos últimos años la pesca del bacalao en Noruega y Canadá. «Aguantar ese trabajo es de organismos privilegiados; eran 72 horas de trabajo con media para comer y cenar, manteniéndose a base de vino caliente o coñac con azúcar para poder aguantar; un salador mueve 600 toneladas de sal en tres meses con un pala doméstica y a los 40 años está con la columna deformada» explica.

Lo que se avecinaba

Hay gente que asegura colocarse con el olor de su cocido. «Muchas personas vienen a tiro fijo desde varios puntos de España, me gusta que se dejen aconsejar porque yo siempre ofrezco lo mejor que tengo del día; quedo más satisfecho sin ganar dinero con tal de que los clientes se vayan contentos».

Jaime López Fernández

Restaurador

Cocina de El Capitán

Porque paso en ella buena parte de mi vida intentando complacer a los clientes

Vio lo que se avecinaba con la llegada masiva de trabajadores asiáticos y la rebaja de sueldos. Entonces abandonó el bacalao y se fue directo a hacerse un chequeo en Pamplona. Luego, durante siete años echó una mano a Carlos en la popular taberna del Eligio, hasta que en 1993 decidió abrir su propio restaurante en Vigo. «Soy muy exigente para la calidad, yo no puedo fallar y me permito presumir de tener una relación calidad-precio excelente; cuando entra una pieza especial me la apartan sin preguntarme, porque saben que quiero lo mejor». Esta muy satisfecho con la respuesta del público y recuerda que el reconocido restaurador Santi Santamaría, fallecido recientemente, aseguró que las mejores cocochas que probó en su vida eran las de su restaurante.


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