La segunda jornada de O Marisquiño se abrió ayer con la competición de skaters amateurs. Jóvenes con una media de solo quince años de edad mostraron sus mejores «trucos» ante un jurado que examinaba con atención cada movimiento.
En el público, algo menos numerosos que en ediciones anteriores, ánimos de amigos y familiares. «Mi hijo compite desde los nueve años», contaba Amy Wallace -americana afincada en Madrid-, madre orgullosa del participante Andrew Verde, de 15 años. A su lado, Mónica Villarino, desde Madrid, cuyo hijo compitió ya por la tarde con los expertos, pese a no superar tampoco los 15 años. «Le acompaño a todas las competiciones desde hace seis años y O Marisquiño ya está entre las seis más importantes de España», señalaba. «Está muy bien organizado y ha ido creciendo, empezó como una cosa de un día en la playa y ya ha llegado a cuatro», señalaban ambas, encantadas con el evento.
Ya por la tarde, el césped del Náutico estaba a rebosar a la espera de una de las novedades de esta décima edición, el freestyle motocross. Mientras, en las gradas del Marisquiño Park, chicas en bikini, chicos sin camiseta, botellas de agua, abanicos, gorras e incluso alguna sombrilla para sobrellevar el calor y disfrutar al mismo tiempo de la competición de expertos de BMX. «Hace un calor guapo, y a mí se me ocurre venir de negro», comentaba un patinador.
No menos calor pasaron espectadores y concursantes de los primeros filtros del break dance, danza urbana que forma parte de la cultura del hip hop y que es uno de los platos fuertes del festival. «Pero aquí tenemos un ventilador humano», decía el speaker mientras un participante calentaba.
Sin chicas
Y en todas las disciplinas, ni rastro de chicas no siendo en el público. «Hay muchas que practican, pero son menos animadas para competir», justificaban Wallace y Villarino. Además, explican, «en otros sitios hay una categoría específica para ellas, aquí podrían haberse apuntado a la competición normal, pero se ve que no ha querido ninguna».