La señal viguesa contra el ruido triunfa en España

L.Míguez VIGO/LA VOZ.

VIGO

Murcia, Madrid o Córdoba han encargado ya ejemplares de Silentium

29 jul 2010 . Actualizado a las 11:00 h.

Nació en Vigo de las manos y el ingenio de dos expertos en iluminación. Saltó a la fama cuando su petición de silencio bilingüe contrastó con las feligresas de A Franqueira. Ahora los carteles sonoros que parpadean y protestan por el ruido han conseguido el éxito a nivel nacional. Las peticiones no se han hecho esperar y los modelos de Silentium han partido desde la ciudad rumbo a Murcia, Madrid, Córdoba y otros puntos del mapa. El aparato ha levantado incluso la curiosidad de la Junta de Andalucía, que baraja incorporarlo a todos los centros de salud de la comunidad.

Las peticiones continúan fuera de las fronteras españolas. En Italia ya son varias las iglesias a las que el distribuidor local ha conseguido convencer para instalar estas señales. Muchas otras esperan a contar con fondos porque la idea les ha entusiasmado.

«La patente está sacada a nivel mundial pero no renovaremos por países hasta no ir recogiendo la demanda, puesto que es mucha inversión», recuerdan Santiago Más y Enrique Piñeiro. El exitoso invento ha llegado también a través de los medios a una empresa de Barcelona especializada en el sector funerario y que quiere incluir entre sus servicios la colocación de estos medidores de ruido para tanatorios o cementerios y explotarlo en toda la provincia catalana.

«Además hay muchas peticiones de presupuestos, aunque ahora en verano y con la crisis es un mal momento. Esperamos otro repunte para el mes de septiembre», recuerdan desde la firma. Los encargos han llegado incluso desde Portugal, donde también han registrado el invento. Este trámite les permite su explotación en exclusividad durante 18 meses, prorrogables en caso de que vuelvan a financiar otro período del mismo tiempo. Todo depende de la posibilidad de distribuirlos y los precios.

Hacia Brasil

Así ocurre en el caso de Brasil, en cuyo mercado pretendían entrar con el Silentium. En este caso los problemas con los aranceles de las aduanas elevan el coste a precios complicados para los compradores del país. «De momento no nos planteamos sacar la producción de aquí», aseguran los creadores en un intento por mantener la esencia gallega de todo el proceso. Este es el impedimento para llegar con la señal hasta el otro lado del océano, con el que se comparte lengua. Claro que el idioma no es problema, los carteles se pueden colocar en versión bilingüe y adaptar los gráficos a la necesidad. Monjes rezando, camas de albergues... precisamente el Camino de Santiago era otro de los retos, incluyendo la colocación de señales en la catedral, aunque tendrá que esperar a recibir todos los vistos buenos de Patrimonio, lo que dejará el estreno para otro año que no coincida con el Xacobeo.