Tres proveedores de Citroën, al borde del conflicto tras fracasar los acuerdos de subida salarial
VIGO
El fracaso de la negociación colectiva amenaza con tensar las relaciones entre la dirección y los representantes de los trabajadores de los proveedores de automoción Alimosa, Gestamp y Grupo Antolín, hasta el punto de desembocar en problemas de conflictividad laboral. Así lo han alertado los distintos portavoces sindicales consultados en las tres empresas que, desde hace meses, negocian sin ningún éxito sus respectivos convenios colectivos.
En los tres casos, el punto de conflicto es la petición de incremento salarial presentada por los trabajadores.
El comité de empresa de Alimosa, filial del grupo Viza, ha planteado una petición de subida de sueldo del 17%. Aunque de entrada parece una demanda desproporcionada, los sindicatos explican que «el objetivo es equiparar nuestro sueldo con el de los trabajadores de Viza. Casi ninguno de los que estamos aquí llegamos a los 1.000 euros», afirma un portavoz sindical. Sobre Alimosa pesa un Expediente de Regulación de Empleo de suspensión, provocado por la caída de la producción del C4 Picasso, vehículo al que dedican su actividad de estructuras de asientos.
En el caso de Gestamp, las negociaciones del convenio colectivo se encuentran seriamente bloqueadas en el punto de mejora salarial. Los representantes de los trabajadores han planteado a la dirección de la empresa una propuesta de mejora de las nóminas en función de la facturación de la firma, pero la medida no solo no gusta, sino que por parte de Gestamp la propuesta consiste en la congelación salarial.
A vueltas con el IPC
Tampoco avanzan las negociaciones en Antolín Asientos, en donde los trabajadores han dado su negativa a un preacuerdo alcanzado entre UGT y CC. OO. con la dirección. La dirección del proveedor propuso un convenio a cuatro años que contemplaba una subida de sueldo del IPC real pero, según han explicado representantes sindicales, esta oferta llevaba implícito el recorte de una serie de mejoras, como la reducción del tiempo para el bocadillo. Una vez rechazado el preacuerdo, los trabajadores podrían volver a la movilizaciones que mantuvieron durante las últimas semanas, o incluso endurecerlas.