Descienden por primera vez a una sima virgen de O Courel

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

SOCIEDAD

La bajada casi coincide con el terremoto que sacudió la sierra el día 1

08 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La sierra de O Courel fue escenario recientemente de una operación muy poco común. Miembros de la sección gallega del Espeleo Club de Descenso de Cañones (ECDC) y del Club Deportivo Espeleo-Casteret, de Castilla y León, exploraron una gruta de roca caliza en la que hasta ahora no había entrado nadie.

La cavidad consiste en una sima vertical de unos cincuenta metros de profundidad. Para llegar hasta el fondo fue preciso desobturar previamente un estrecho conducto situado en la parte alta del pozo, taponado por piedras y por osamentas de reses muertas que los vecinos de la zona arrojaron hace muchos años al agujero. Por debajo de este conducto hay un pozo estrecho de unos veinte metros, un par de salas más anchas y otros dos pozos de unos diez y quince metros de alto, respectivamente. En el fondo de la sima, según indican los espeleólogos, hay un pequeño regato que se cuela por una hendidura demasiado estrecha para permitir el paso de personas.

La exploración se llevó a cabo el día 1 por la mañana, poco después de que en la sierra se produjese el terremoto de 3,7 grados que alarmó a numerosos vecinos del sur de Galicia. «Fue una suerte que no nos pillase el temblor dentro de la sima -dice uno de los participantes en el descenso-, más que por el riesgo de los desprendimientos, por el susto que nos hubiésemos llevado, porque los que lo han experimentado dicen que el ruido que causan los terremotos en el interior de las cuevas calizas es algo espeluznante».

La sima, que será topografiada más adelante por los espeleólogos, lleva el nombre de Taro da Cruz, dado tradicionalmente por los vecinos a esta zona. La palabra taro -monte o elevación- es típica de la toponimia de O Courel. Aunque no alcanza la profundidad de otras simas de la zona, ofrece bastante interés para la práctica de la espeleología. «Eso sí, hay que bajar con mucho cuidado -advierten sus primeros exploradores- porque las paredes calizas tienen unas aristas muy cortantes». Los espeleólogos también han señalizado con una pequeña alambrada la boca de la sima, a fin de prevenir posibles accidentes.