El urogallo cantábrico se extingue, pero el águila pescadora se expande

Xavier Lombardero LA VOZ/REDACCIÓN.

SOCIEDAD

14 jun 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Del urogallo cantábrico nada se ha vuelto a saber en Galicia desde que se vio la última hembra en cantaderos de Os Ancares, en el 2003. La Xunta acaba de sumarse a un nuevo plan de rescate de la especie, en la cordillera pues apenas está representada ya por 300 adultos en Asturias, Cantabria y León, cuando hace 20 años había 1.200 ejemplares. Ave protegida desde 1986, en el 2005 se intentó evitar su extinción con un programa de cría en cautividad en el parque natural asturiano de Redes, a partir de puestas recogidas de urogallos salvajes. Con 671.709 euros, se levantó un centro en un paraje aislado de Sobrescobio que hasta la fecha sacó adelante una pareja en el 2009. El 10 de mayo y 4 de junio últimos la hembra puso diez huevos y pronto se incubarán los recogidos de cuatro aves libres y previamente radiomarcadas. Pero la reintroducción en Galicia no parece sencilla. El Principado solo baraja hipotéticas sueltas en León y Asturias.

El urogallo, para algunos irrecuperable como subespecie autóctona, es tan delicada o más que el arao -este nidificaba y todavía se puede ver alguno en la Costa da Morte o Estaca de Bares-. Se desconoce si sobrevivirían libres los urogallos criados y se cuestiona la utilidad de una reserva genética cautiva sin antes corregir la pérdida de hábitat natural.

El contrapunto a esta aislada reliquia glaciar, que vive en pequeños territorios boscosos puede ser, por ejemplo, un ave cuya presencia era anecdótica en Galicia y que se deja ver cada vez más, pese a no criar aún. El águila pescadora hacía escala en sus viajes desde áreas de nidificación del norte de Europa para invernar en el África subsahariana. Ahora, sin embargo, es fácil observarla durante meses en estuarios, lagunas y embalses gallegos.

Ecosistema desequilibrado

El águila pescadora tiene predilección por posaderos como estacas y postes solitarios en mitad de rías o lagos. Pesca en A Frouxeira y otros puntos de Ferrolterra, en los embalses de Cecebre, As Forcadas o Portodemouros y en las rías de Foz, Ortigueira y Vigo hasta A Guarda. Allí otea presas que hoy, a diferencia de antaño, desdeña el hombre: mújeles pastando plácidamente en la superficie del agua, esté o no contaminada. Basta con esperar la marea para contemplarla y se la vio con lubinas o sollas entre sus garras. Quizá llegue a criar en el norte peninsular, como ya emprendió en Andalucía. En otras rías como la de Villaviciosa protagoniza un programa de educación ambiental de la asociación Fapas, que ha bautizado a su visitante como Ben, y descubrió otro anillado en Alemania.

Fapas denuncia zancadillas a sus iniciativas de mejora del hábitat del urogallo en montes asturianos, donde quería recuperar arandaneras en 50 hectáreas. La Comisión Europea aprobó hace días cofinanciar un proyecto de conservación en la cordillera. Junto al Ministerio de Medio Ambiente, la Sociedad Española de Ornitología y comunidades autónomas, invertirán 7,3 millones de euros. La Xunta confirmó que 600.000 irán a mejorar el hábitat ancarés pues nada se puede contribuir ya al eventual stock de cría. Si este se consigue, podrían surgir otros centros. Es el caso de Avifauna, zoológico de Outeiro de Rei. José Manuel Díaz ve factible criar urogallos cantábricos en cautividad, si hay progenitores: «Xa obtivemos once pitos en catividade de paxaros traídos de Noruega, e gustaríanos probar coa subespecie daquí, nunhas instalacións fóra do parque, máis tranquilas, colaborando coa universidade». Ampliarían la experiencia a la perdiz pardilla, también en peligro en la montaña gallega.

Los enemigos

De la reserva de caza ancaresa no queda ni reserva genética. Circula la lista de urogallos disecados y exhibidos en museos o albergues. ¿Conseguirá la ciencia futura clonarlos? Hay quien cree que la salvación del cantábrico es hibridarlo con el pirenaico.

Ecologistas y gestores no se ponen de acuerdo sobre las causas del fin de un pájaro con múltiples enemigos: pistas abiertas para el hombre, vehículos y ganado; el bum de jabalíes que arrasan nidos, corzos que compiten por su alimento, el cambio climático que mermaría el sustento de los pollos al eclosionar. También las ginetas, martas y gatos monteses que antes se cazaban por su piel, o la baja productividad y escasa variabilidad genética del urogallo, un bicho que se mueve poco y acusa la fragmentación del hábitat tanto como la falta de tranquilidad durante el celo. Los desbroces y clareos inoportunos, los furtivos, los incendios... La falta de consenso sobre el bosque, al fin, que se respira en Os Ancares.