28 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Los 75 millones de poseedores de un iPhone o un iPod Touch pueden estar contentos: la «última creación» de Apple, el gran invento que iba redefinir las reglas de la industria tecnológica, el santo grial de los gadgets , hace lo mismo que su dispositivo móvil -navegar por Internet, descargar música, libros y aplicaciones, gestionar el correo electrónico, ejecutar videojuegos...-. En una pantalla tres veces mayor, sí, pero cualquiera que haya usado alguna vez un netbook sabe que 10 pulgadas es el tamaño perfecto para que los ojos empiecen a picar en veinte minutos.

Ha sido probablemente la mayor campaña de márketing orquestada en la era de Internet. Miles de blogs y medios digitales elucubrando durante semanas sobre las características técnicas de un producto que supuestamente iba a reinventar el libro electrónico y hasta la forma de leer los periódicos. Ayer mismo, el gurú Jason Calacanis, cofundador de Weblogs Inc, aseguraba que el tablet de Apple incorporaba dos cámaras, sintonizador de televisión y hasta paneles solares en su carcasa para recargarlo.

El iPad tiene los mismos defectos que el iPhone -no puede abrir varias aplicaciones al mismo tiempo, no soporta Flash- y también la misma virtud: ser, como dijo Jobs, «un cruce entre la tecnología y el arte». El arte de vender, claro.