Más que una enfermedad perfectamente definida, la fibromialgia es un conjunto de trastornos reumáticos, muy dolorosos, que, sin embargo, no se acompañan de alteraciones físicas. De ahí la dificultad de su diagnóstico, que en demasiadas ocasiones sumerge a quien la padece en una desesperante peregrinación de consulta en consulta. El caso de Marcelina Miguéns, una mariscadora de 47 años que trabaja en la agrupación de Carril, ha concluido al menos con el reconocimiento judicial de que el mal que sufre la incapacita para proseguir su labor profesional.
El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) acaba de desestimar un recurso del Instituto Social de la Marina (ISM) que cuestionaba una sentencia anterior del Juzgado de lo Social número 3 de Pontevedra. La magistratura pontevedresa reconocía a la trabajadora arousana el derecho a percibir una pensión vitalicia de 415 euros mensuales por entender que la fibromialgia constituye una afección incompatible con el marisqueo a pie. Ahora, el dictamen del TSXG ratifica esta resolución y se convierte en «o primeiro pronunciamento xudicial que recoñece a fibromialxia como unha enfermidade especialmente gravosa no noso ámbito de traballo», explica Isabel Vilar, portavoz de la Asociación Galega de Mariscadores (Agamar).
La importancia de este dictamen radica en las reticencias judiciales que suelen darse a la hora de abordar el síndrome fibromiálgico como causa de incapacidad laboral. «Esta sentenza -argumenta Vilar- pode facerse extensiva a moitas mariscadoras que padecen esta enfermidade e que están obrigadas a traballar, malia a dor, para obter unha renda digna e seguir cotizando». Realmente, el ISM llegó a alegar que la mujer afectada no estaba incapacitada, al no habérsele detectado médicamente una patología distinta al dolor. «Obviaban ademais as especiais condicións de dureza e esforzo que require esta actividade profesional», lamenta la representante de Agamar.
Miguéns, natural de la parroquia vilagarciana de Bamio, se integró en el grupo de mariscadoras de Carril hace ocho años. Prácticamente desde que se dio de alta comenzó a padecer fuertes dolores y una fatiga permanente que, con el tiempo, le impidieron incluso conducir. «Así estiven durante cinco anos, indo de médico en médico e pensando se estaría volvéndome tola porque as probas non amosaban nada», reconoce la propia afectada. Finalmente, un traumatólogo de Pontevedra dio con el diagnóstico acertado y la asociación Agamar puso en marcha el proceso judicial que ahora acaba de concluir. «Sen eles -afirma- e sen o apoio da delegación de Pesca e da confraría non chegaría a isto, porque eu xa tirara a toalla», concluye la mariscadora. Son 415 euros que a nadie solucionan la vida, y menos con dos hijos, pero «para min son moito», concluye Marcelina.