«Todos hacen una labor dura, pero el premio es que conocen mundo»

SOCIEDAD

El militar ferrolano considera un honor comandar el «Elcano»

25 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

No pudo disfrutar del Juan Sebastián de Elcano durante su crucero de instrucción porque unas obras determinaron que la travesía se realizase a bordo del Galicia. Sin embargo, años después, ya como teniente de navío, el ferrolano Francisco Romero Caramelo tuvo «la gran suerte de estar dos viajes embarcado, de 1987 a 1989. Mejor aún, si cabe, porque el primero fue una vuelta al mundo preciosa».

-¿Qué significa para un capitán de navío comandar el buque escuela de la Armada?

-Creo que contesto a una gran mayoría de compañeros cuando digo que para un capitán de navío de la Armada mandar el Juan Sebastián de Elcano es un honor y un gran privilegio. Es un barco muy singular, muy emblemático, con muchísimos años de historia y, además, tienes la gran suerte de que eres el responsable de la formación de los futuros oficiales. Vas representando a España por el mundo adelante. Todo esto mezclado es lo que hace que, para mí en concreto, sea un sueño profesional hecho realidad.

-¿Y para un guardiamarina?

-No tuve mucha suerte en ese aspecto cuando me tocó mi viaje de instrucción. Quiero pensar que para un guardiamarina es muy importante. Todos, al ingresar en la Escuela Naval, queremos que llegue el momento de pisar la cubierta de este barco.

-En estos seis meses de travesía, ¿qué es lo más duro?

-Creo que duro, duro no hay nada. La mayoría de nosotros, por lo menos en mi caso, que ya es el cuarto barco que me toca mandar, estamos acostumbrados a las separaciones familiares. En mi caso particular, mi mujer vendrá a tres o cuatro puertos, incluso también alguna hija, con lo que esa separación se rompe. Eso sí, hay trabajo, sobre todo si tenemos mala mar.

-Si le pregunto por lo más llevadero.

-Navegar a vela. En las navegaciones a vela con buen tiempo es cuando más disfruto con la gente, trabajando, subiendo a los palos, con los alumnos en clase... Es donde se disfruta.

-El Ejército es una de las instituciones mejor valoradas por los españoles. ¿Es esa la percepción que tienen cuando recalan en algún puerto?

-En general, a este barco se le recibe con mucho cariño, con mucha admiración. Es un barco muy singular, emblemático, con ochenta años de historia. Pero no solo es así en el extranjero. Me gustaría recalcar que el año pasado estuvimos atracados en Bilbao, en el puerto de Guecho, y tuvimos cinco mil visitas en dos días. Eso dice mucho del cariño con el que se le recibe.

-Sin embargo, y a pesar de la cercanía de la Escuela Naval, son muchos los que piensan que esto es una especie de crucero de lujo.

-No sé qué es lo que conoce la sociedad de Marín o de Pontevedra de la vida del guardiamarina a bordo. Se oye a veces que si es buena vida, que si solo es un viaje de lujo... y no es así. El guardiamarina, al igual que el resto de la dotación, trabaja mucho, principalmente en lo que es estudiar, pero luego se combina con las guardias, las maniobras... Todos en general hacen una labor muy dura. Es cierto que después tienen el premio de que conocen mundo.

-¿Se le podría considerar como una embajada flotante?

-Efectivamente. Un buque de guerra es un trozo de España allá donde esté, por lo que somos el único trozo de territorio nacional en un puerto extranjero.

-¿Ha cambiado en algo la vida a bordo con respecto a cuando embarcó por primera vez en el buque?

-El régimen de vida es semejante. Tal vez ahora hay un poquito más de posibilidades de que uno pernocte fuera del barco. Antes tenían que salir de uniforme, ahora lo hacen de paisano. Es algo voluntario, pero no lo es por el barco, lo es porque algo ha cambiado fuera.