Un cuarto de vida en Nicaragua

SOCIEDAD

Centroamérica le ha dado algunas de las mejores y peores experiencias de su vida. Guillermo lleva allí casi ocho años, siempre vinculado a la cooperación ambiental

07 jul 2008 . Actualizado a las 11:13 h.

Guillermo ya ha entregado un cuarto de su vida a Nicaragua. ¿O ha sido al revés? Desde que pisó ese país centroamericano en el 2001, como voluntario, quedó prendado de una actividad, la cooperación en el área medioambiental, y de un país en el que se ha casado y ha sido padre. Hoy, estrenando la treintena, Guillermo Hernández Barreiro apenas pasa una vez al año por su Meaño natal (provincia de Pontevedra). Lo ha hecho esta primera semana de julio, y si nada falla tomará de nuevo el avión dentro de unos días con su mujer Ofelia y con su hijo Carlos. «Apenas vimos unha vez ao ano, dúas semanas ou un mes como moito», explica él. En el gallego con el que se expresa desde niño se le nota un cierto acento americano. Se explica: galegofalante, fue en Nicaragua donde comenzó a expresarse con regularidad en español, adoptando sus giros lingüísticos y muchas de sus expresiones. «Cando vou a outros sitios en España sempre me preguntan de onde son, polo acento en castelán», bromea.

Pero, aunque ya afronta su octavo año en Centroamérica, Guillermo Hernández Barreiro dice que siempre se le verá como un foráneo. Otra cosa es que esa palabra, la de extranjero, se asocie con cierta prepotencia. Con la de aquel que llega al Sur procedente de un país rico y lo hace cargado de tópicos. No fue el caso. «Hai que vir cunha mente moi aberta, porque do contrario, a xente non te aceptaría, é moi interesante porque hai que facer un exercicio de reflexión polas dúas partes», explica.

Es decir, por lo que él puede aportar y por lo que puede aprender. Por eso él, ingeniero forestal, realiza estudios superiores en Nicaragua precisamente para conocer mejor las potencialidades de la zona. Su familia gallega pudo comprobarlo sobre el terreno y, de paso, también traerse otra imagen de Centroamérica.

Del ejercicio mutuo de aprendizaje y del diálogo ya se han beneficiado varias comunidades en Centroamérica. Guillermo es responsable para Nicaragua de la organización de protección ambiental Amigos de la Tierra, entidad que, en colaboración con varias Administraciones públicas, lleva a cabo varios proyectos que buscan una doble vía: la defensa del medio y la mejora de las condiciones de vida sociales y económicas de la población local aprovechando, precisamente, las posibilidades del medio. Desde la generación y exportación de productos hasta el turismo con criterios de sostenibilidad. «As posibilidades son tremendas», valora.

Hoy coordina, junto a casi una veintena de personas, programas en diez áreas protegidas entre Nicaragua y El Salvador. Honduras será el siguiente reto. Tratan de mejorar la gestión de los recursos pesqueros en el golfo de Fonseca, en el océano Pacífico. Están en negociaciones con la Xunta para que participe en ese programa. «Cando estás fóra decátaste da cantidade de cousas en materia de mellora de pesca que pode aportar Galicia, por exemplo, na xestión dalgunhas rías», opina.

Eso es el futuro. El presente son programas que han permitido mejorar la apicultura y salvar una zona de bosque en el trópico seco. Porque los productores locales quemaban reservas para poder extraer la miel, sin preocuparse por las consecuencias. Se quemaban 15.000 hectáreas al año. Hoy apenas son 1.500 y los productores son a la vez brigadistas antiincendios y exportadores.