Si yo no me cuido, enfermas tú

SOCIEDAD

Una tesis doctoral demuestra que el incumplimiento de las recomendaciones médicas tiene consecuencias negativas tanto para el paciente como para su cónyuge

23 sep 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

La frase tan habitual de «si no te cuidas por ti, hazlo al menos por tu familia» ya tiene un estudio académico que la sustente. Si un paciente incumple el tratamiento que le impone el médico, su pareja sufrirá las consecuencias; al cabo de un año tendrá menos energía, le dolerán más los huesos y los músculos y estará algo deprimida. Así lo revela una tesis doctoral en Psicología, que acaba de recibir sobresaliente cum laude y que ha hecho el seguimiento de 58 pacientes de cardiología del hospital coruñés Juan Canalejo (el 84%, varones) y sus parejas.

El motivo parece sencillo una vez que lo explica el autor del trabajo, Juan Vidal: «Normalmente, la pareja intenta que el enfermo cumpla las recomendaciones médicas y le supone un gran estrés que no lo haga. Hasta se plantean cosas como ''no soy buena para él'' o ''no lo cuido bien'' ». Esta situación indica además que la atención excesiva sobre el paciente no es necesariamente buena y que la estructura sociosanitaria ha de tener en cuenta a las familias, porque son también víctimas de la enfermedad.

Además, en el caso de la cardiología, como la mayor parte de los enfermos son varones, las mujeres ejercen mayoritariamente de cónyuges, y ellas se agobian y estresan más, y llevan fatal que su pareja incumpla la dieta. Ellos, en cambio, están más pendientes de que su esposa enferma haga ejercicio; curiosamente, si se da este caso (que el paciente sea mujer), esta no deja de hacer la comida y encargarse de llevar la casa a pesar de su dolencia cardíaca.

Cuestión de sexo

Los hombres tampoco salen bien parados como enfermos, ya que solo se angustian si ellos se sienten mal, mientras que una mujer suele sufrir por ella y por su familia.

En el capítulo de errores por sexo, las mujeres también tienen lo suyo, porque exageran sus preocupaciones hasta tal extremo que a veces los incumplimientos de la dieta de su pareja no le suponen (a él) ningún problema médico pero a ella le ocasionan tanto estrés que llega a enfermar. En definitiva, la calidad de vida de la pareja cae en picado, malestar que no hace más que retroalimentarse en una espiral que suele acabar en la depresión de uno de sus miembros, o de los dos.

El otro gran descubrimiento de esta tesis doctoral en Psicología es que el cónyuge suele ser un excelente observador al que hay que prestarle mucha atención. Así, si la pareja dice que el paciente no cumple una parte del tratamiento -por ejemplo, no pasea lo suficiente-, al cabo del año el enfermo ha empeorado precisamente por falta de ejercicio. No es que el afectado le mienta al médico o esconda sus pequeñas faltas, que no lo suele hacer, sino que tiene una percepción más optimista y despreocupada de la realidad. Esta constatación servirá a los médicos, según dice Juan Vidal, para escuchar atentamente lo que el acompañante de un enfermo tenga que decir.

«Estos descubrimientos -resume desde el punto de vista práctico Juan Vidal- nos permiten predecir cuál es la calidad de vida de los pacientes y también de sus cónyuges a medio y largo plazo».