El alumnado de la USC bebe más alcohol en primero que en tercero

JOEL GÓMEZ SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

La Facultad de Psicología investiga el hábito de consumo en los campus compostelanos

26 ene 2011 . Actualizado a las 11:15 h.

Entre el alumnado de la USC que inició los estudios en 2005-2006, y que mayoritariamente los finalizó el curso pasado o el anterior, el 22% de los estudiantes varones y el 8% de las mujeres tomaban seis o más cervezas -o bebidas alcohólicas equivalentes- en un período de 2 a 4 horas, concentradas en pocos días a la semana, que solían ser entre el jueves y el sábado. Entre ese colectivo, el consumo con esas mismas características descendió al 18 y 6%, respectivamente, cuando estaban en tercer año de carrera. Conocer las características y evolución del patrón neuropsicológico de estos jóvenes era el objetivo de la investigación del Departamento de Psicología Clínica y Psicobiología de la USC, presentada como tesis doctoral por la psicóloga brasileña Nayara Graciella Mota Miranda, quien trabajó bajo la dirección de la profesora Montserrat Corral.

La investigación, titulada Estudio longitudinal del perfil neuropsicológico del consumo intensivo de alcohol entre jóvenes universitarios, se basó en datos de 4.000 jóvenes de primer curso, de todas las carreras de los campus de Santiago. A todos se les pasaron cuestionarios, y a parte del colectivo les fueron realizadas entrevistas y una evaluación neuropsicológica. En todos los casos comenzaban los estudios cuando les correspondía por edad, a los 17 o 18 años; y se excluyeron repetidores y alumnado de edades superiores.

Riesgo de dependencia

Montserrat Corral indica que a esos jóvenes, que concentran el consumo intensivo de alcohol en pocos días a la semana, no se les puede considerar alcohólicos crónicos, pues la bebida aún no ha creado dependencia en ellos. Sin embargo, y aunque hay un descenso relevante de consumidores, entre quienes no cambian hay un grupo que puede llegar a situaciones de riesgo importante, sobre todo si pasan a ser bebedores más habituales, afirma.

El estudio de Nayara Miranda concluye que ese patrón de consumo, en parte asociado al denominado botellón aunque no siempre, tiene repercusiones académicas cognitivas, que influyen en los resultados académicos: «los bebedores tienen más dificultades de memoria, de atención, de supervisión de las respuestas y de control de la interferencia. Estas últimas forman parte de las llamadas habilidades ejecutivas, las funciones cognitivas más complejas, que no completan su desarrollo hasta pasados los 20 años», sostiene la psicóloga brasileña.

Entre quienes abandonan la bebida, en tercero se verifica una recuperación y sus datos son más semejantes a los del alumnado no bebedor, afirma.

Cerebro vulnerable

Además, «entre los jóvenes con consumo intensivo de alcohol se produce una maduración más lenta de las funciones cognitivas que dependen de los circuitos neurales que completan su desarrollo durante la fase final de la adolescencia», agrega Miranda.

Montserrat Corral sostiene que preocupa especialmente comprobar cómo afecta el alcohol en este colectivo de jóvenes adolescentes, que viven la segunda década de su existencia, en un momento en el que aún se produce la maduración cerebral y cuando, por tanto, su cerebro es aún más vulnerable.

En animales se han realizado estudios experimentales, en los que se han visto consecuencias en la edad adulta asociadas al consumo elevado de alcohol en edades adolescentes. En personas no hay trabajos semejantes, pero se tratan de ver los efectos en ese período de la vida. «No hay un estudio semejante, de seguimiento del consumo entre universitarios menores de 20 años, ni en España ni internacional», manifiesta esta docente.

Y esta investigación continúa en la USC, para tratar de descubrir las consecuencias que pueda tener el consumo de alcohol sobre el Sistema Nervioso en el final de la adolescencia.

Este trabajo defendido por Nayara Miranda y que obtuvo la máxima calificación del doctorado -cum laude por unanimidad- es parte de un proyecto más amplio, que tiene como investigador principal a Fernando Cadaveira, docente de Psicología, y en el que participan también la profesora Socorro Rodríguez, de la misma Facultad, y Francisco Caamaño, del Departamento de Saúde Pública. En el 2009 se había presentado ya un estudio de doctorado, con los datos de primer año. Ahora se trabaja en otra tesis y diferentes investigaciones a mayores, pues las repercusiones del alcohol es un asunto en el que trabaja este grupo desde hace años.

Cambio de hábitos

Montserrat Corral afirma que se observa un cambio en la conducta del alumnado universitario: «hemos pasado de un consumo regular de bebidas de baja graduación y asociado en buena medida a la dieta, a una concentración de la bebida en pocos días, más ligado al ocio y con consumo de bebidas de mayor graduación. Este cambio no se limita al alumnado universitario, ni es exclusivo de nuestro entorno, pues se constata también en otras partes de España, como concluyen diversos estudios del Observatorio Español sobre Drogas», manifiesta esta docente. Entre el alumnado universitario de Compostela parece que cuanto más adulto se hace menos consume, y eso es bueno para su salud, agrega.