Alumnas del IES de Melide compartieron una mañana con los internos del módulo terapéutico de la cárcel de Teixeiro, dentro de un programa educativo de intercambio
04 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Hay lecciones que no están en los libros, que no se enseñan en el aula, aunque sí es cierto que la orientación que los docentes den a determinadas materias puede forjar en el alumno un currículo que trasciende el ámbito académico. A ser más tolerantes y a desterrar el error de juzgar sirviéndose de prejuicios como criterio aprendieron un grupo de nueve alumnas de primero de Bachillerato del IES de Melide. Bajo la coordinación de su profesora de Antropología, Loly Vázquez, las jóvenes participaron en un programa educativo de la escuela de adultos de la prisión de Teixeiro.
Tras recibir la visita en el instituto de dos internos que les contaron cómo transcurre el día a día en el penal, las alumnas lo comprobaron in situ compartiendo una mañana con los más de ochenta presos que, por delitos menores, están privados de libertad en el módulo terapéutico del centro penitenciario. «É a parte bonita do cárcere», define una de las adolescentes, que han sido las primeras menores autorizadas por Instituciones Penitenciarias para acceder a la prisión de Teixeiro. Lo que cuentan el grupo de alumnas del IES melidense sirve para saciar la curiosidad que despierta lo desconocido para quien vive en libertad.
La vida entre rejas en el módulo terapéutico de la cárcel, uno de los pocos existentes en todo el Estado, poco tiene que ver con lo que desde fuera uno se imagina. «Non se asemella en nada ao que vemos nas pelis a non ser polas medidas de seguridade nos accesos, unha porta non se abre antes de que peche a de atrás», cuenta una de las jovenes. «Os funcionarios non van uniformados nin con armas», añade otra, a la que una tercera refuerza en la misma idea al afirmar que «as celdas de refuxio empréganas como almacén e ante un problema imponse o diálogo para consensuar entre eles o castigo». Quienes se intercalan al hablar son Laura Sánchez, Lorena Vázquez, Verónica Trabazo, Yolanda Rouco, Lucía Mato, Laura Segade, Doa Laya, Yasmina El Gtaibi y María Díaz.
Ellas son las autoras de un vídeo que proyectaron en su visita al penal de Teixeiro para que los internos conociesen cómo es la habitual rutina de un adolescente en su instituto. El Camino de Santiago como metáfora de los distintos rumbos que cada quien puede tomar en la vida sirvió de hilo conductor para un trabajo audiovisual «ao que lle prestaron moita atención», cuenta una de las alumnas. La jornada en la prisión también despertó la conciencia crítica de las adolescentes, a las que llamó la atención la falta de medios. «Teñen interese por mellorar e formarse, pero contan con moi poucos medios», afirma una de ellas para explicar que la biblioteca y los ordenadores con los que cuentan responden a donaciones. Además, las estancias «son moi pequenas». El único espacio que no asfixia la pérdida de libertad en el módulo terapéutico de la cárcel es un patio de coloridos murales que, cuentan las jóvenes, contrasta con el amurallado recinto para el recreo del resto de los presos.