Crónica de un traslado a A Pulleira que puso en peligro la seguridad de otros
16 jun 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Hay situaciones difíciles de creer incluso viéndolas uno con sus propios ojos. Ocurrió sobre las 20.30 horas del pasado lunes cuando, de vuelta a casa y a los mandos de una motocicleta, el que suscribe presenció la escena que se detalla a continuación.
Una grúa de la concesionaria del servicio de recogida de vehículos del Ayuntamiento (Setex) arrastraba a trompicones un Mazda de color azul, bastante nuevo, por la avenida de Asturias, en dirección al depósito municipal de A Pulleira. A los conductores que circulábamos en dirección contraria, hacia la rotonda de Amio, nos llamó la atención el tremendo ruido que hacía el coche arrastrado y un particular olor a quemado.
De repente, con la moto tocó esquivar los trozos de una rueda de goma que la grúa había ido dejando a su paso, sin mayor preocupación ni por parte del conductor ni de la agente de policía local que lo acompañaba en detenerse y comprobar la precaria seguridad con la que estaban trasladando el coche de alguien. En la imagen se puede ver el tamaño de alguno de los fragmentos de la rueda, un verdadero peligro para cualquier vehículo.
Los restos provenían del carrito metálico sobre el que el operario de grúa carga el coche que se lleva. Bien por un estado de conservación deficiente del carrito, bien por haberse metido en un bache, una de las ruedas -la que se corresponde con el lado del copiloto en el coche- quedó completamente destrozada. El conductor de la grúa, consciente del precario arrastre que hacía, debería haber detenido inmediatamente el vehículo y pedir un carrito de repuesto, o bien otra grúa. Pero no lo hizo. Y la agente se lo consintió.
Lejos de preocuparse por los daños que le pudiera causar al Mazda -que botaba arriba y abajo-, el gruista y la agente local continuaron su marcha hacia el depósito. Recogida de la carretera una muestra del trozo de rueda, este que suscribe decidió cambiar de sentido en la rotonda y seguir a la grúa hasta su destino final. Desde la avenida de Asturias, los operarios toman un atajo girando a la derecha hacia A Pulleira, transitando por una pista estrecha, empinada y llena de baches. Con uno de los ruedines destrozados, la grúa remolcó igual al Mazda por encima de los baches, ante la mirada atónita del motorista que les seguía. De camino, increpé con señales acústicas al conductor y a su acompañante, que no hicieron ni caso.
Finalmente, llegaron con el Mazda al depósito y lo descargaron como si no hubiera pasado nada, a la espera de que su dueño llegase para pagar un remolque más que deficiente que, además, puso en peligro a otros conductores.
Ya con la moto parada, se produjo la siguiente conversación:
-No podéis arrastrar de esa manera un coche. Eso no se puede hacer. Además, habéis dejado trozos de la rueda rota por el camino y casi me los como yo.
-A mí no me diga nada, hable con mi jefe (respondió la agente de la policía local).
-No tenéis ningún derecho a trasladar así un coche. Si le habéis causado algún daño, que sepáis que yo he sido testigo.
-Hable con mi jefe (insistió la agente).
En el 2008, La Voz publicó otras denuncias en las que se daba cuenta de que, en ocasiones, la grúa municipal no respeta la propia ordenanza de tráfico del Concello. Dos años después, el asunto sigue igual.