La joyería Malde cierra sus puertas tras 77 años de historia en Santiago

X.R.

SANTIAGO

10 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La Joyería Malde se va de la Rúa do Vilar, en un edificio acondicionado para ese menester por el arquitecto José Caridad, y le propina un terrible golpe a la emblemática rúa compostelana. Y no porque quieran los dueños de la marca, sino por el empecinamiento de la dueña del inmueble en desalojar la histórica tienda, hasta el punto de que ha acudido a los juzgados para cumplimentar su deseo. La sentencia dice que el martes día 12 tiene que estar el local libre. Pero Óscar Malde, dueño de la firma, advierte con contundencia: «Malde seguirá en Compostela». Y a poder ser más años que los que lleva funcionando el establecimiento en la ciudad (77).

Óscar ha intentado por todos los medios convencer a la propietaria del bajo, una señora mayor, para que continuase la joyería y no se interrumpiese la larga tradición, incluso con una subida económica del alquiler, pero no hubo manera: «Nos hacen tirar por el desagüe 77 años de historia aquí». Para muchos compostelanos, y para muchos foráneos, Malde es la referencia de la Rúa do Vilar. Y para muchos ciudadanos del mundo es una referencia de la orfebrería gallega y de la artesanía de calidad.

Óscar se pasó el día de ayer llorando por el final de la etapa de Rúa do Vilar, 21. No es de extrañar. Allí prácticamente se crió. Lo peor lo ha pasado al enterarse del desalojo el encargado de la tienda, Antonio González: «Sentí tristeza, impotencia y, con perdón, estoy hecho una mierda». González lleva 40 años en Malde, desde los 17, y la joyería es su vida.

Los propietarios están buscando ya una alternativa en la zona nueva de la ciudad, porque la vieja no permite muchas maniobras y reformas, y el objetivo es la zona comercial del Ensanche, en torno a Doctor Teixeiro, Xeneral Pardiñas y rúas adyacentes. Entretanto, Malde cuanta con un pequeño establecimiento en las Praterías y un local en las afueras (Marrozos) para atender la demanda existente, porque las puertas de la Rúa do Vilar se cierran, pero la vida sigue. Y uno de los encargos que ya es tradicional es la famosa Torre de Hércules del Teresa Herrera, el trofeo más antiguo y prestigioso de España, salido de unos talleres no menos prestigiosos como los de la Rúa do Vilar, que en momentos álgidos contó con una veintena de orfebres. En ellos, como dice Antonio González, se mantiene el cincelado de siempre y la tradición del trabajo a mano. No obstante, ello no es óbice para incorporar una maquinaria moderna a fin de facilitar ciertas tareas. «Pero esto es artesanía pura y dura», enfatiza Óscar. Es el valor de la marca, lo que cotiza a Malde en España y en el mundo. La artesanía que acariciaron los zares rusos desde los inicios de la joyería en A Coruña.

Emperador del Japón

Óscar enseñaba ayer los dibujos de las coronas que partieron hacia la corte de San Petersburgo. También acariciaba las famosas bandejas de plata que figuran con nombre propio en numerosas vitrinas o aparadores privados. Hay cinco ejemplares únicos, con la figura del Pórtico da la Gloria, que fueron a parar a manos de famosos personajes.

Muchos regalos para la Casa Real partieron de los talleres de la Rúa do Vilar, como antes para el palacio del Pardo, y muchas posesiones de renombre tienen la firma Malde. Por ejemplo, el hoy emperador del Japón, como príncipe heredero, visitó el amplio obrador de la Rúa do Vilar. «Quedó impresionado cuando vio lo que se hacía aquí», recuerda Antonio González.