Un grupo de alumnos estadounidenses que disfrutan de una estancia de estudios en la ciudad destacan la seguridad y la gastronomía como lo mejor de Santiago
28 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.El objetivo de estar cinco meses en un país extranjero es aprender su idioma y su cultura pero, en la práctica, la estancia es una experiencia que va mucho más allá. Las fiestas, las comidas, los horarios y hasta la idea de familia son diferentes para los trece estudiantes que desde hace cinco meses estudian castellano en los cursos internacionales de la Universidade de Santiago.
El tiempo ha pasado muy rápido pero ha dejado a su paso experiencias para el recuerdo. Cuando salieron de su casa en Estados Unidos, cada uno traía una idea de lo que se iba a encontrar, pero al aterrizar en Galicia la imagen que se encontraron fue muy distinta. Durante estos meses se han dado cuenta de que los toros y el flamenco no se encuentran en toda la península y que «cada comunidad tiene su propia cultura».
Las hamburguesas americanas han dejado paso a los caldos gallegos, las paellas o las lentejas y estos jóvenes parecen encantados con el cambio. «La comida es mucho más saludable y comemos más», afirman de manera unánime. «Mi mamá española es la mejor cocinera del mundo», explica Jessie, quien cuenta orgulloso como ésta le enseñó a hacer la tortilla de patata para poder degustarla también cuando esté de vuelta.
Todos se muestran encantados con la vida en Santiago pero cada uno destaca un aspecto diferente. Para Edd, que ha pasado toda su vida en Chicago, la seguridad es un factor muy importante. «Lo mejor de Santiago es que se puede salir a cualquier hora sin pasar miedo», afirma y señala que es la primera vez que puede experimentar algo así.
La vida nocturna es otro de los aspectos que más les ha gustado y que más les han sorprendido porque en su país «después de las dos no hay nadie en la calle». Al principio estaban extrañados porque no sabían qué se celebraba un jueves a las siete de la mañana. La respuesta «que es jueves» fue totalmente inesperada.
Bonaval, la Alameda y en general todos los parques de la ciudad son los sitios preferidos. A estos hay que sumar todos los paisajes que conocieron haciendo el Camino de Santiago, en una experiencia «inolvidable». Maxi repetirá la próxima semana con otros amigos, y los demás tendrán una nueva oportunidad si regresan el próximo año.