El Clínico y la USC avanzan para reparar zonas muertas del cerebro

SANTIAGO CIUDAD

Los expertos de Santiago tramitan nuevas patentes de sus últimos hallazgos en el laboratorio

27 dic 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El laboratorio de Neurología del Clínico tramita la patente de nuevos avances que abren esperanzas para recuperar la zona del cerebro muerta tras un ictus. Los hallazgos se han conseguido sobre ratas, a las que se les provoca un infarto cerebral y se les inyectan nanopartículas -una especie de microburbujas de grasa, inertes a la reacción del organismo, que llevan incorporada medicación experimental- que estimulan el crecimiento de las células de la zona más próxima a la infartada y, a partir de ella permiten reparar la zona muerta, explica el neurólogo José Castillo, director de la investigación. «No tendría sentido actuar directamente sobre la propia zona destruida por el ictus, es mejor intentar su restauración desde la más próxima», explica.

El último descubrimiento fue «identificar y analizar una serie de proteínas que diferencian la zona sana de la infartada, y que están sometidas a registro de patente», indica. A esas proteínas se les adhieren las nanopartículas con medicación y se estudia su evolución a través de una resonancia magnética específica para animales, que permite verificar los cambios en el cerebro de la rata durante 24 horas. Después se sacrifica, y se comprueba con técnicas de anatomía patológica la situación exacta. «Las nanopartículas estimulan el crecimiento de neuronas y de células, para a partir de ahí intentar reparar el tejido cerebral lesionado. Es lo que se denomina neurorreparación: restaurar la zona de tejido cerebral destruido, al estimular la síntesis y el uso de las propias células progenitoras que tiene el organismo del individuo; y favorecer su crecimiento», indica Castillo.

Llegar a esta situación ha sido consecuencia de avances anteriores. El primero, diseñar las nanopartículas y ser capaces de fabricarlas en el laboratorio de Santiago, para lo que se utilizan liposomas (grasa). Después descubrieron unas determinadas estructuras que les dan estabilidad, y les han incorporado dos marcadores (ya patentados), para poder identificarlas cuando el animal está vivo (en la resonancia magnética) y una vez muerto (por análisis de anatomía patológica).

Estabilidad y toxicidad

Han estudiado asimismo la estabilidad de las nanopartículas, y comprobaron que a las 24 horas permanecen el 100%, empiezan a descender hasta el 93% a las 36 horas, se mantienen el 53% al cabo de una semana y bajan al 43% a las dos semanas, lo que supone un plazo muy interesante para poder buscar efectos, afirma.

Otros logros han sido comprobar que las células del organismo (de la rata en este caso) consumen las nanopartículas, por su gran afinidad; conseguir llevarlas hasta la zona dañada del cerebro tras inyectarlas en vena; y verificar el plazo en el que son toleradas sin provocar toxicidad.