Una tarde de luces y sombras

SANTIAGO

El encierro de vaquillas del próximo domingo provoca sentimientos encontrados en Negreira, donde se celebraron dos corridas sonadas en los años 1959 y 1969

17 sep 2008 . Actualizado a las 16:02 h.

La última vez que los de Negreira celebraron una corrida faltaban catorce días para que Neil Armstrong descargase sus zapatones sobre la superficie impoluta de la luna; un gran salto para la humanidad.

Era el 6 de julio de 1969, domingo, y el cartel anunciaba cuatro hermosos novillos, cuatro, «que serán lidiados, banderilleados y estocados a muerte por Julio Robles -en letras grandes- y por Amador Sánchez Fraile». La canción del verano se dirimía, en reñida competición, entre la María Isabel de Los Payos y Cuéntame de Fórmula V. Y Águeda, Carmencita, Lolita, Maricha, Adelaida, Fernanda, Feli y Rosi quedaban inmortalizadas, monísimas, tal como se aprecia en una de las fotos de arriba, cubriendo sus cabezas en el tendido sol de la plaza portátil.

«¿Quién dice que en Negreira no tenemos tradición taurina? ¡Aquí toreó Julio Robles, que durmió en la casa de mi abuela!», dice una vecina que, para no avivar más la polémica surgida a raíz del encierro de vaquillas del próximo domingo, prefiere no dar su nombre.

Que en la comarca de Barcala los toros -y sus sucedáneos- dividen a la población es un hecho. Los carteles de la fiesta del día 21 están en todos los escaparates, y la discusión es segura si uno prende la mecha.

Los que defienden la convocatoria, por un lado, insisten en que no se trata de una corrida de toros, sino de torear a unas vaquillas que no morirán, como los astados de Robles, «estocados a muerte». Y, enseguida, empiezan a salir los argumentos tan conocidos de quienes no ven en este asunto un ejemplo de crueldad: «¿E os polos? ¿Ti non comes polos? ¿Non comes tenreira? ¿Fas o cocido sen porco?». Y, así, hasta el infinito y más allá.

A los antitaurinos, el «y tú más» no les sirve. Además de considerar inhumano el espectáculo, meten la puya en el hecho de que este tipo de festejos «no tengan tradición en un lugar como Negreira».

Y ahí están de nuevo los que echan mano de la memoria para recordar que, por lo menos, los toros en Negreira datan del año 1959, cuando se celebró una corrida sonada que todavía guardan en su memoria los más viejos del lugar.

Lo del 59 fue mucho. En una campa que había en el exterior del pazo do Cotón, hoy un jardín lleno de árboles, a alguien se le ocurrió montar un coso y convocar a la afición. El asunto no pudo terminar peor.

La memoria de Rogelio Manteiga, que está a punto de cumplir los ochenta, funciona con la precisión de un reloj suizo: «¡Iso si que eran festas, e non esta charangada de agora!», dice. Y mirando a la cámara del fotógrafo de La Voz, añade: «Se eu, daquela, tivera un equipo coma ese, hoxe tería unha reportaxe que valería miles de euros».

-¿E logo que pasou?

-¡Ai, pasou... pasou que, ao primeiro, os toureiros non querían saír, dicían que a plaza era unha chambonada!

-Pero saíron...

-Pero foi un desastre. Había xente e máis xente, todo cheo, algúns por riba das árbores... Nunha destas, un touro saltou por riba do valado de madeira e escapou. Aquilo foi o máximo. A xente tirouse abaixo, fuxían coma tolos, pensaban que morrían alí».

En este punto del estremecedor relato de aquella estampida del 59, entra en escena la memoria de Pepito de Isolino, un auténtico archivo humano de la historia de Negreira, que cuenta que varias personas que estaban encaramadas en un árbol acabaron en el suelo cuando la rama en la que se apoyaban cedió por exceso de humanidad.

«A xente refuxiábase nas casas, corrían, houbo ataques de nervios....». La que habla ahora es Luz Caamaño, la madre de Jorge Tuñas, concejal de Cultura y responsable del estanco que está frente al pazo.

Luz recuerda como si fuera hoy que eran las fiestas de San Juan y que ella no quería ir, pero su padre la obligó. El toro desbocado fue perseguido hasta Vilachán, donde un número de la Benemérita, de nombre Juanito, le dio el alto a balazos sin pasodoble, ni quiebros ni verónicas, en nombre de la Guardia Civil.

De la corrida del 69, con María Isabel en la radio y Julio Robles entrando a matar, hay mejores recuerdos, pero cada vez más borrosos, retratados en blanco y negro en las memorias de los negreireses. La decisión de convocar un nuevo espectáculo taurino en el 2008 ha refrescado todo aquello. Y el domingo, con los ecologistas avisando, puede pasar cualquier cosa.