Las lluvias de primavera hacen brotar setas de invierno

Xavier Lombardero

SANTIAGO

29 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Los micólogos gallegos están sorprendidos por la aparición de especies de setas en épocas que no les son propias, en un fenómeno que relacionan con el cambio climático y no exclusivamente con las variaciones en la época de lluvias. Si ya en mayo del 2007 brotaron en Galicia setas propias del invierno, como el níscalo (Lactarius deliciosus) o las tricolomas ecuestre y portentosum , el sábado fueron vistas en Pontevedra ejemplares de trompeta amarilla (Chantarellus tubiformes) y lengua de vaca (Hydum repandum). El experto micólogo afincado en Monforte Fernando de la Peña reconoce: «Estamos un poco perdidos, pues al contrario que antes, desde hace unos siete años apenas podemos predecir cuáles van a brotar. Puede haber llovido y no aparecer nada, y en casos como la emblemática Cantharellus cibarius hemos observado floraciones muy importantes después de dos años sin encontrarla».

El cambio climático también parece estar detrás de curiosidades como la comercialización en pleno febrero de los Boletus edulis, una seta que suele aparecer a finales de junio. En cambio, otras setas comunes, como las zarrotas, con recogida habitual en agosto o desde octubre a diciembre, ahora surgen apenas durante 15 días. ¿Puede deberse a recolecciones abusivas? Algunas setas crecen en lugares muy concretos y existe la hipótesis de un empobrecimiento genético por la recolección masiva, pero De la Peña no lo cree: «Al investigar no nos limitamos a las setas comestibles. Hay algunos soutos de castaños en Lugo en los que durante diez años hemos contado más de cien especies de todo tipo, y en los últimos, apenas vemos dos o tres».

En el pasado otoño varias sociedades micológicas se vieron obligadas a retrasar o suspender exposiciones. Fue una temporada sin apenas recolección de setas en Galicia, lo que afectó a los exportadores. De la Peña ha observado que tras las lluvias se han dado bruscos cambios de temperatura, relacionados con el viento. Esto puede influir en los micelios, que necesitan unas 48 horas de temperaturas determinadas para dar lugar a una seta. Si hay un cambio brusco, puede paralizarse el proceso. «A veces incluso se apresuran a brotar todas y salen de cualquier manera, con sombreros pegados», explica este micólogo, que ha observado cambios en las nieblas y sospecha de la influencia de los cambios en la capa de ozono y las radiaciones solares.