Instalan en la autovía de Brión el modelo de guardarraíl que no protege al motorista

M. Cheda

SANTIAGO

07 sep 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Las empresas constructoras de la autovía Santiago-Brión (AG-56) han iniciado esta semana la instalación de guardarraíles en al menos un tramo de la carretera: en el entorno de Pardiñas, allí donde acaba Compostela y comienza Ames. Están empleando el modelo tradicional de pieza, el de los soportes metálicos con forma de doble «T», el que no llega hasta el suelo, ese que provoca graves lesiones y amputaciones a motoristas accidentados, el mismo que tanto el Gobierno español como el gallego recientemente se comprometieron a ir arrinconando de forma escalonada, sobre todo, en aquellas infraestructuras pendientes de inauguración.

Consultada ayer acerca de esta circunstancia, la Consellería de Política Territorial, titular de la futura carretera, garantizó que gestionará la colocación de quitamiedos de nueva generación (sin separación entre sus faldones y el piso) en la AG-56, pero «non de forma xeralizada», sino «naquelas zonas onde o esixa a normativa, por exemplo, en determinadas curvas», en expresión de una portavoz autorizada del gabinete. «Dependendo das características dos tramos, a utilización de doble bionda pode resultar máis perigosa que non tela», apostilló la misma fuente.

El departamento que dirige María José Caride fundamenta su decisión en los criterios establecidos por una circular que el Ministerio de Fomento aprobó en el 2004, si bien no entró en vigor hasta el 10 de enero del 2005. A grandes rasgos, la citada orden, efectivamente, sólo obliga a poner guardarraíles modernos en aquellos trechos donde haya obstáculos o desniveles próximos al borde de la carretera y, además, coincidan curvas con límites de velocidad anormalmente reducidos o bien con radios inferiores a 400 o 250 metros, según el tipo de vía de comunicación (calzadas separadas o única, respectivamente). También se prescriben para las salidas de vía dotadas de carriles de desaceleración que se consideren sinuosos.

Del argumentario de la Xunta se colige que en la AG-56 convivirán los quitamiedos nuevos y los viejos, con predominio de estos últimos. La puesta en servicio de la autovía ha sido programada para mediados de abril del 2008, si bien personal que trabaja en su ejecución considera ese plazo «algo pesimista incluso». Con 12,6 kilómetros de largo, 19 viaductos y 31 pasos a distinto nivel, materializarla cuesta 108,8 millones de euros.