Un estafador se libra de la cárcel gracias a la lentitud de la Justicia, que tardó ocho años en juzgarlo

A. Mahía A CORUÑA/LA VOZ.

PONTEVEDRA

Los hechos por los que fue procesado se remontan al 2002, pero no fue hasta ayer cuando ocupó el banquillo de los acusados.

11 may 2010 . Actualizado a las 02:19 h.

Los hechos por los que fue procesado se remontan al 2002, pero no fue hasta ayer cuando ocupó el banquillo de los acusados. El hombre acudió con su abogado a la Audiencia Provincial de A Coruña, donde iba a ser juzgado por un delito continuado de falsedad en documento mercantil en concurso con uno de estafa. El fiscal pedía en su escrito de acusación que el imputado fuese condenado a seis años de prisión. Pero el castigo se quedó en un año y seis meses -al carecer de antecedentes y la pena ser menor de dos años, no ingresará en prisión-. El abogado del procesado, viendo que el tiempo transcurrido entre los hechos y el juicio era de ocho años, se lo hizo ver al fiscal.

Cuando ocurre esto se ha de aplicar una atenuante conocida como dilaciones indebidas, que obliga a la Justicia a reducir considerablemente la pena del reo. Y así fue. Defensa y acusación alcanzaron un acuerdo gracias al cual el procesado reconoce los hechos por los que venía siendo acusado y su pena pasa de seis a un año y nueve meses de prisión. Se le tuvo en cuenta también el hecho de que devolviese el dinero estafado a las entidades financieras a las que engañó.

El procesado era el propietario de un negocio de informática en A Coruña y aprovechándose de que tenía acceso a los datos de consumidores que financiaban en su establecimiento la compra de productos y servicios, comenzó a realizar contrataciones de préstamos con entidades financieras poniendo los nombres y los números de cuenta de sus clientes.

Así, el 24 de septiembre del 2002, el procesado fingió ser uno de sus clientes y obtuvo, gracias a un crédito, 4.958 euros. Cuando la entidad financiera no recibió los pagos pactados en los primeros meses, inició un proceso contra el titular de la cuenta usada por el procesado, por lo que finalmente se descubrió la trama.

Un año después de aquello, el imputado volvió a hacer lo mismo. En aquella ocasión, la cantidad que percibió alcanzó los 5.200 euros. Tres meses después volvió a solicitar un préstamo en una entidad crediticia, simulando ser uno de sus clientes, al que previamente le había vendido un producto, por lo que tenía sus datos bancarios. Recibió por ello 5.278 euros.