Una biblioteca de cuento

María Conde maria.conde@lavoz.es

PONTEVEDRA

13 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Está a punto de culminar un arduo trabajo de dos años que él define como su «regalo a la ciudad». Y este es un regalo de arte y de cuento porque Kiko da Silva tiene casi completada la serie de murales con los que ha decorado la sala infantil de la Biblioteca Pública. Se trata de ocho escenas (cuatro de ellas ocupan la totalidad de sus respectivas paredes y el resto son de menor tamaño) que representan un viaje por la historia haciendo guiños a las distintas etapas de la literatura. Están representados los libros de aventuras, los cómics o momentos como la Edad de Piedra en la que no existía el papel. «La idea es que los niños a medida que se muevan por la sala viajen en el tiempo», subraya. Los cuatro murales de mayor tamaño representan la Prehistoria, Grecia y Roma, la civilización de Egipto -con un guiño al cine de la mano de Indiana Jones- y el mural del futuro, que es un homenaje al cómic de Calvin y Hobbes, del autor Bill Watterson. Calvin es un imaginativo niño de seis años que se acompaña de su enérgico tigre Hobbes y que siempre acaba dándose la gran torta. Aquí Da Silva muestra al niño protagonista de todos los murales en una nave espacial que también acaba estrellándose al encontrarse con un dragón. Precisamente este personaje creado por el ilustrador y dibujante de La Voz para esta sala va creciendo a medida que se suceden las distintas etapas históricas, pero ha terminado este periplo sin nombre. «El personaje está hecho para que funcione en la biblioteca de Pontevedra, también como mascota -señala a este respecto Kiko Da Silva-. El nombre lo hablaré con la gente de la biblioteca y lo buscaremos».

En los distintos murales hay referencias a personajes ya creados por el autor, como por ejemplo Fiz y sus aventuras. Es el caso del cuervo que aparece en todos los dibujos y que es un habitual en las aventuras de este travieso y entrañable personaje ideado por Da Silva. «Pero también el primer dibujo, del dinosaurio, lo utilicé luego como guiño a la biblioteca de Pontevedra para una de las historias de Clases con Guasa, de la revista El Jueves para niños», explica. El trabajo más tierno. El artista destaca que lo que en principio podía ser un impedimento para los usuarios de la sala de la biblioteca -el hecho de instalarse allí con toda la parafernalia del material de pintura y el andamio- «al final se convirtió en algo muy tierno y los niños disfrutaban tanto o más que yo; veían a un adulto al que le dejaban pintar las paredes y veían la magia de pintar en directo y lo laborioso que es este trabajo». La frase más repetida a lo largo de todo este tiempo, en el que Da Silva ha ido relatando todo el proceso en su blog es «¿Cuándo lo vas a terminar?». Y la imaginación infantil le ha dejado multitud de anécdotas. «Muchos me preguntaban si el niño iba a crecer luego en las otras salas de la biblioteca -comenta-, otros me preguntaban si el niño se iba a comer al dinosaurio y sobre todo querían saber más aventuras del protagonista. Muchos han vivido todo el proceso desde que la pared estaba en blanco hasta ahora». Quizá una de las principales complicaciones haya sido pintar sobre las paredes, protegidas con una superficie antiincendios por motivos de seguridad. No es plana y tiene una textura similar a la de un lienzo ampliado lo que, según el autor ha señalado, «complica la labor de pintar líneas uniformes». Además de la biblioteca pontevedresa también ha decorado otra en Ribadavia, aunque de menores dimensiones.