Jaime Trigo vuelca en un libro de lujo su colección única de piezas de alabastro

María Conde maria.conde@lavoz.es

PONTEVEDRA

17 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Es la historia, como él mismo dice, de una pasión. El anticuario pontevedrés Jaime Trigo destaca que los buenos momentos que ha disfrutado buscando las piezas de su colección de alabastros por todo el mundo «no se pueden comparar con nada». «Sentirse un coleccionista -añade- y descubrir cada una de ellas hasta conseguir que el conjunto tenga coherencia e importancia ha sido para mí más que una afición a la que he dedicado gran parte de mi vida». Nada menos que casi cuarenta años le ha ocupado esta bella obsesión, desde que comenzó en el mundo de las antigüedades y desde que, como afirma, un San Miguel del siglo XVI fue «el encargado de convencerme y atraparme por su transparencia y belleza». Desde los 70 esta colección única de alabastros ha ido creciendo hasta alcanzar las trescientas piezas y ahora todas ellas se reúnen en un libro que ha editado en castellano e inglés el propio Jaime Trigo, titulado El alabastro a través del tiempo, y en el que destacados expertos en arte subrayan la importancia de este valioso legado. La obra se presentará el próximo día 22 en un acto en el Museo, que tendrá lugar en el edificio Fernández López a partir de las 20 horas.

En las páginas de la obra, Trigo cuenta cómo arrancó esta colección y también cómo la edición de este libro le ha permitido hacer realidad otra de sus grandes ilusiones. Lo reconoce también el director del Museo, Carlos Valle Pérez, que en su aportación a la obra destaca que el otro gran sueño de Jaime Trigo es que la colección permanezca unida, «que no se disperse, que se conserve como un todo y que pueda contemplarse cómoda y públicamente, bien en un museo, bien en un centro de otra naturaleza, siempre, en cualquier caso, abierto a los visitantes», pero que para que este se cumpla habrá que esperar algún tiempo. Por su parte, la historiadora Ana Gándara no escatima en elogios hacia el propietario y las piezas que ha acumulado con tanto tesón, destacando que la colección es fruto de dos cualidades indispensables en esta profesión, la vocación y la sensibilidad, y también que ha sido la «férrea motivación» del pontevedrés la que ha permitido reunir estas 300 piezas sin desprenderse ni de una sola de ellas, «anteponiendo siempre la idea de conjunto a cualquier oferta o necesidad». Ella misma asegura que ha sido testigo de propuestas por obras «que han sido difíciles de olvidar». «Pero la responsabilidad y el deseo de preservar la selección para el disfrute de todos, ha dado como resultado uno de los más bellos y completos grupos que de tallas de alabastro existen en el mundo en manos privadas».

En este libro, el director del Museo Provincial, Carlos Valle, también resalta lo magnífico de la colección, su carácter dispar, y que en sus inicios fue sorprendente «por lo poco común que tal material resulta en su tierra». «En ella se valorará el conjunto -señala-, sin duda sobresaliente, mereciendo reseña pormenorizada algunas obras, como las de filiación inglesa del siglo XV». Otra particularidad es que Trigo posee nada menos que catorce representaciones de la Virgen de Trápani, la serie más nutrida existente en España de una imagen de devoción que, como explica el director, «conoció una particular difusión desde esa ciudad de Sicilia en la etapa final de la Edad Media y en los siglos de la Moderna». Si la colección es de lujo, el libro no lo es menos, con las fotografías de Óscar Companioni.

El negocio de Jaime Trigo y su particular colección de alabastros le han llevado por múltiples y lejanos destinos. Como los que acumula también el diplomático buenense José María Castroviejo y Bolíbar, quien acaba de ser nombrado nuevo embajador español en Angola por el Consejo de Ministros. Por cierto que precisamente con este país africano tuvo en tiempos la familia Trigo relación por negocios hoteleros. Nacido el 21 de agosto de 1942 en Bueu, el nuevo embajador es doctor en Derecho e ingresó en 1971 en la Carrera Diplomática. Ha estado destinado en las representaciones diplomáticas españolas en Gabón, Países Bajos y Naciones Unidas y además, fue inspector general de Servicios del Ministerio y cónsul general de España en Montreal. En 1999 fue nombrado cónsul general de España en Estambul y en diciembre de 2001, embajador de España en Tanzania. Desde enero del año 2006 ocupaba el cargo de embajador de España en Bosnia Herzegovina.