Él vuelve en navidad, visitando estas tierras de su madre que emigró en los sesenta a la ciudad de Francfort casándose allí con un norteamericano de New Jersey. Nuestro amigo está asombrado de cómo está el territorio entre el Miño y el Sil, y cómo nos indignamos con los sueldos de los cargos públicos.
El trabaja en Alemania en un organismo similar a nuestra diputación ourensana y allí los diputados provinciales con solo seis años de mandato se pueden jubilar con 3000 euros mensuales libres de impuestos, ya cobrando desde el primer día que dejen el escaño y como si no quieren coger el pico y la pala nunca más en su vida.
Los alcaldes, los concejales con dedicación exclusiva, y los directores de departamento tienen los mismos privilegios.
Justo este año el presidente de su entidad, después de 16 años de ejercicio, se va con derecho a una pensión vitalicia anual de 75.000 euros y el señor tiene 53 años.
La jefa del departamento de gestión sanitaria, que procedía de un cargo similar a un director xeral, se prejubila ahora a los 58 años con dos pensiones, 2100 euros por su trabajo provincial y 2800 euros por su antigua labor autonómica y tiene transporte gratuito público supramunicipal para siempre.
Y encima nos quieren dar lecciones de ética pública y como evitar el despilfarro en el mediterráneo.