Rock Club

Javier Romero E

OURENSE

19 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

staba más cerca de la clandestinidad que del escaparate social de la movida local. Apartado de modas nocturnas, su particular apuesta por una escena musical en directo, fresca y rotatoria no cayó en saco roto. Fue un referente para los programadores de conciertos que se movían al margen de las arcas públicas. Una apuesta que duró casi tres lustros y que en los últimos años había entrado en un estado comatoso, en parte, por la falta de nicotina a la que ya se habían acostumbrado sus paredes y feligreses.

El Rock Club fue, es y será para ourensanos y foráneos, un recuerdo perpetuo de noches y conciertos. De copas y más copas. De idilios y conversaciones hasta que la noche se convertía en día. Un templo en donde Labra ejercía de orador haciendo girar vinilos y cedés, en muchas ocasiones, difíciles de encontrar en ese gran mercadeo musical en el que se ha convertido la Red.

Pero sobre todo, el Rock Club era un punto de encuentro para los ourensano: del centro, los barrios o la provincia. Una sala en donde todos los gatos siempre fueron pardos. Por eso, con el cierre de sus puertas, Ourense pierde algo más que unos cuantos metros de barra. Se esfuma un local auténtico. De los que ya casi -o sin el casi- no quedan. Una sala soterrada con luz propia. Un garito en donde nunca se hacía tarde. Una sede promocional de la ciudad, que dentro de un sector cultural contraoficial, hizo por Ourense lo que pocos, o ninguno, ha logrado todavía.