Díaz Pardo dibuja sus «fracasos» al entrar en Bellas Artes

CULTURA

Un fuerte aplauso saludó en la tarde de ayer la entrada de Isaac Díaz Pardo en un salón donde momentos antes había sido leído el acuerdo, unánime, de su ingreso como académico de honor de esta institución.

17 jun 2009 . Actualizado a las 12:08 h.

Recorrió con pasos cortos el pasillo que iba desde la sala de plenos al salón de actos de la Real Academia de Bellas Artes Nuestras Señora del Rosario, en A Coruña. Le abría paso el artista ourensano Acisclo Manzano y el acompañaba Celestino Braña, decano del Colegio de Arquitectos de Galicia. Un fuerte aplauso saludó en la tarde de ayer la entrada de Isaac Díaz Pardo en un salón donde momentos antes había sido leído el acuerdo, unánime, de su ingreso como académico de honor de esta institución.

La presidenta en la Academia, Mercedes Goicoa, pronunció el discurso de recepción, un recorrido biográfico en el que se detuvo especialmente en los años en que Díaz Pardo se dedicaba a la pintura y evocó un texto del homenajeado, titulado El caballete, en el que explicaba su abandono de la pintura; entre los argumentos decía que se veía obligado a pintar «retratos de los pudientes de la ciudades» cuando en realidad lo que le interesaba era la temática social.

Ante la atenta mirada del alcalde de la ciudad, Javier Losada, y el primer teniente de alcalde, Henrique Tello, el rector, José María Barja, y su mujer, Carmen Arias, sentada en segunda fila, Díaz Pardo recibió la medalla y el diploma, repartió abrazos y, puesto en pie en un extremo de la mesa presidencial, empezó su agradecimiento repartiendo culpas: «Mercedes é a armadanzas, xunto con algún rapaz que anda por ahí, bueno xa teñen barba, non son tan rapaces», apuntó, provocando las primeras risas de los asistentes. A partir de ese momento, Díaz Pardo explicó que hace «25 ou 30 anos non tiña nin medallas, nin títulos, nin nada pero escribín un libro que era Galicia hoy y el resto del mundo, ou algo así, a na contraportada puxen todos os meus fracasos». En la relación de lo que llamó «fracasos», mencionó desde «que nacín nunha casa que se chamaba da Tumbona, que non tiña moi boa fama, e non hai máis que decir diso», hasta que tuvo que dejar el bachiller, que no pudo ser arquitecto, como deseaba su padre «e tiven que ir a unha cousa máis barata». El último «fracaso» ocurrió hace tres años «cando alguén se quedou coas nosas cousas». De todos modos, «moitas grazas por esta cousa que me facedes; procurarei estar a altura, ainque son un vello».