Las viudas no se vuelven a casar

María Jesús Fuente Decimavilla
maría j. fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vazquez

En Vigo, las mujeres son mayoría y no quieren perder la pensión ni partir de cero

07 nov 2021 . Actualizado a las 00:41 h.

De las más de doscientas personas que han pasado en lo que va de año por el pazo de Castrelos para contraer matrimonio, solo una era viuda. Las otras 161 estaban solteras y 40 divorciadas. Si algo demuestran estas cifras es la preferencia de los solteros por sellar la unión de forma civil, pese a poder hacerlo ante el altar. Pero lo más llamativo es la poca disposición de las personas viudas por repetir la experiencia, sobre todo las mujeres, teniendo en cuenta que suponen una clara mayoría en este sector de población. La última estadística al respecto recogida por el Instituto Galego de Estadística (IGE) reflejaba un total de 18.444 viudos, de los que 15.731 eran mujeres y solo 2.713 hombres. Diez años antes eran 13.601 mujeres frente a 2.770 hombres.

Para la socióloga y profesora de la Universidad de Vigo, Silvia Pérez Freire, la tendencia es a que cada vez haya menos matrimonios y se viva más en pareja. Entiende que algunos casos de matrimonio derivan más bien de una situación de precariedad de la vida. «Reflicte as carencias e a búsqueda de máis protección». A la hora de volver a casarse, dice, la gente valora la relación costes-beneficios, lo que se suma el hecho de que a edades más avanzadas resulta más complicado formar una familia. Reconoce la socióloga que en la actualidad muchas mujeres viven solas porque lo priorizan al coste de someterse a la incertidumbre de convivencias que puedan representar un problema para su libertad. «Prefiren unha relación de non convivinte ou de amigos antes de meterse noutro fregado. Non é como antes, que o matrimonio era case como un traballo, ou pouco máis. Ese guion establecido dinamitouse coa diversidade de familias, coa forma de convivir e as relacións sexuais», apunta. Alude al sociólogo alemán Ulrich Beck, cuando indica que con la precariedad nos sentimos como en peligro. «Estamos na estratexia de minimizar o risco, a precariedade laboral se fixo extensiva á precariedade da vida, emerxen discursos tradicionalistas e a volta ao conservadurismo, e por outro lado, as mulleres estamos tomando a iniciativa da nosa propia vida», concluye.

Según se desprende de los datos a nivel gallego, la diferencia entre los hombres y mujeres viudos que optan por casarse se acentúa con la edad. Mientras que ellos se vuelven a casar más según van cumpliendo años, las mujeres no muestran más interés por rehacer su vida de esta manera después de los 65.

 Extranjeros

Hasta octubre fueron 200 las personas que contrajeron matrimonio en el pazo de Castrelos (y otras 30 pendientes de hacerlo) y cuatro en la pinacoteca Francisco Fernández del Riego. De ellas solo 14 eran extranjeras, en concreto de Italia, Brasil, Venezuela, Alemania, Argentina, Colombia, Francia y Perú.

Del centenar de bodas celebradas, la mayoría fueron oficiadas por el alcalde, Abel Caballero, en concreto 76, algo que se repite año tras año. Le sigue a mucha distancia la concejala Eugenia Blanco Iglesias, quien celebró 11 bodas, y Jaime Aneiros, con siete, ambos del mismo grupo socialista que el alcalde e igual que otros cinco ediles que oficiaron solo una boda. El único concejal que no es del PSOE y casó a una pareja fue Rubén Pérez, del grupo Marea de Vigo.

Elena González: «No tenía pensado estar con alguien por estar, es mucho trabajo. Surgió, pero no me casaré»

Elena González, expresidenta de la Federación de Vecinos de Vigo y exconcejala, siempre ha ido de frente, sin tapujos y con la verdad por delante, igual que se explica ahora. Hace once años su marido falleció en un trágico accidente en la carretera de circunvalación de la ciudad, un duro golpe del que tardó en reponerse. Por azares de la vida, en la actualidad tiene pareja. «No tenía pensado estar con alguien por estar, empezar a conocer de nuevo a la gente, partir de cero es mucho trabajo; ahora tengo pareja, surgió, pero no me casaré, perdería la pensión de mi marido, que era funcionario», explica la vecina de Coia.

Su historia no es habitual: «Tuve la suerte de encontrar a una persona con la que fui de niña a la escuela, lo veía en verano de vez en cuando y siempre tuvimos una gran amistad, nos queríamos mucho. Dio la casualidad de que me lo encontré en la aldea caminando con su perro, fue como si estuviera con él el día anterior», comenta la exdirigente vecinal.

Recuerda cuando jugaban de pequeños, después él, que es soltero, se fue a estudiar, se hizo aparejador y volvió a la aldea. Elena se afincó en Vigo, donde ha pasado la mayor parte de su vida. Ahora, unas veces va a la aldea de Lugo a ver a su pareja y en otras ocasiones es él quien se acerca a Vigo. Entiende que las mujeres viudas no quieran casarse por lo que significa empezar de nuevo. «Yo, aunque trabajase, tampoco lo haría, es muy complicado empezar a conocer a alguien.