Vigo exporta a Europa el coche que habla con la carretera

Soledad Antón García
Soledad Antón VIGO / LA VOZ

VIGO

El CTAG presenta en Viena los primeros resultados del estudio piloto

22 oct 2012 . Actualizado a las 07:20 h.

Reducir los accidentes en carretera. Con ese objetivo como meta nació hace poco más de un año Siscoga, un proyecto en el que colaboran la Dirección General de Tráfico (DGT) y el Centro Tecnológico de Automoción de Galicia (CTAG), y cuyo fin último es llegar a una perfecta simbiosis entre la carretera y el automóvil. Los primeros resultados de la recién rematada experiencia piloto no pueden ser más esperanzadores. El director de Sistemas del CTAG, Francisco Sánchez, los presentará esta semana en el Congreso Mundial de Sistemas Inteligentes de Transportes (ITS) que se celebra en Viena.

La simbiosis en cuestión se consigue a través de una permanente conversación entre la infraestructura y el coche. Ese entendimiento es posible gracias a la instalación de un tendido de unidades de comunicación conectadas con la red de fibra óptica de la DGT que, a su vez transmiten la información al conductor cuando circula por la zona.

La prueba piloto se realizó en un triángulo de 60 kilómetros entre el túnel de A Cañiza, el puente de Rande y la frontera con Portugal (A-52, AP-9 y A-55), viales con gran intensidad de tráfico. En el ensayo participaron diez conductores no profesionales elegidos al azar y de perfiles variados. El único requisito que se tuvo en cuenta fue que circularan muy a menudo por alguno de los tramos de los 60 kilómetros que la DGT había trufado de unidades de comunicación, treinta en total, ya que se instalaron cada dos kilómetros. También se instalaron una decena de estaciones meteorológicas y una veintena de cámaras.

Durante los seis primeros meses los conductores mantuvieron su rutina habitual al volante sin recibir ningún tipo de aviso sobre las condiciones de la carretara o la existencia de posibles obstáculos. Fue en los seis meses siguientes cuando se activó el sistema y pudieron conocer con antelación cualquier posible incidencia, desde condiciones climatológicas adversas (lluvia, niebla, hielo...) a ocupación de la calzada por obras, accidentes, etc. El resultado fue que no se produjeron frenazos bruscos ya que los conductores, previamente alertados, levantaron el pie del acelerador.

Explica Francisco Sánchez que la iniciativa es «lo más avanzado» que en materia de seguridad vial se realiza en Europa. «De hecho, Vigo es uno de los contados lugares del continente en el que se ha realizado un ensayo natural, con situaciones reales que pasan en las carreteras», dice.

El siguiente paso será extender las pruebas a otros seis países de Europa -Francia, Alemania, Italia, Finlandia, Suecia y Holanda-, que compartirán con España una segunda experiencia piloto. En este caso serán un total de 140 los conductores que participen, veinte por país. El objetivo es, además de disponer de un importante volumen de datos, comprobar si los diferentes sistemas de comunicación carretera-automóvil pueden ser compatibles. «Será un trabajo de campo determinante para perfeccionar la tecnología», asegura Sánchez.

Cuatro o cinco años

Según las estimaciones del CTAG, esta tecnología podrá empezar a comercializarse en un plazo de cuatro o cinco años. Lo más caro de la implantación será extender a toda la red viaria la instalación de las unidades de información, inversión que podría rondar los 100 euros por kilómetro. En cuanto al coste del equipo de recepción del coche, Francisco Sánchez considera que sería mínimo- «tal vez no más de 100 euros»- teniendo en cuenta la eficiencia que, en materia de seguridad, aportará al usuario.

El siguiente paso será conectar los coches, además de con la carretera, con el resto de los que circulen en un determinado radio. «Un conductor, por ejemplo, podrá conocer en qué punto kilométrico encendió las luces de niebla y en cuál las apagó el coche que le precede en 500 o 1.000 metros», explica Sánchez.