La mitad de los pacientes de cáncer infantil necesitan más apoyo educativo

Sara Carreira Piñeiro
sara carreira REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

CESAR TOIMIL

Un estudio gallego detecta carencias para que el alumnado continúe con sus estudios

28 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Somos alumnos iguales pero en una situación especial». Así define su condición académica uno de los 111 niños españoles -muchos gallegos- que participa en una encuesta y análisis realizados por la USC, en la que se entrevistaron a 355 expacientes de cáncer infantil de cuatro países. Y sirve para sustentar una de las primeras investigaciones sobre oncología y rendimiento escolar que hay en España, y que dirigieron Beatriz Cebreiro López, profesora de Ciencias de la Educación de la USC, y Carmen Fernández Morante, decana de la facultad.

Ayer presentaron las conclusiones de este estudio, financiado por la UE a través de Erasmus Plus, dentro de la Semana de la Educación de la USC, y hay datos muy interesantes. El más llamativo, que la mitad de los encuestados cree que habría necesitado más apoyo técnico -profesores, psicólogos, orientadores- para normalizar su vuelta a las aulas. De hecho, un número importante, el 42 %, asume que ha tenido muchos problemas para seguir el ritmo de las clases una vez recibió el alta. En sus propias palabras: «Sería necesario impulsar proyectos para que la situación del niño con cáncer se normalice en su entorno escolar porque desafortunadamente hoy en día aún existen inconvenientes». En cambio, con la ayuda adecuada, los problemas académicos y de integración escolar pueden darse pero son temporales.

Ocho medidas básicas

La investigación, que incluyó una entrevista en profundidad a 26 supervivientes españoles, señala los puntos débiles de la atención educativa de los niños con enfermedades de larga duración desde el mismo comienzo.

¿Qué hay que mejorar? Primero, es fundamental un psicólogo en cada unidad de oncología infantil, un experto que entre otras cosas estuviese en contacto con los profesores, que tampoco tienen ayuda para afrontar estas situaciones. Segundo, conseguir que el alumno siga el día a día de clase: lo ideal es utilizar sistemas tecnológicos como la Ciberaula del Chuac o, como en el caso del CHUS santiagués, la llamada aula hospitalaria. En tercer lugar, apunta el trabajo, ofrecer a los alumnos más actividades lúdicas y de entretenimiento durante su convalecencia hospitalaria o en el hogar, y más relaciones con otros niños que sufran dolencias parecidas.

Cuarto, apoyar al menor en su regreso al colegio. Cuando vuelve a la normalidad, necesita un período de adaptación y es cuando echa en falta el papel de los orientadores y psicólogos, además de quedar a expensas de la voluntad de los profesores para que recupere su vida. Uno de los entrevistados confesó: «La labor de mis profesores no fue del todo correcta, ya que no se involucraron en gran medida».

En quinto lugar, acompañar más a las familias. La nueva legislación, que permite la baja paternal para atención del menor, es un paso adelante, pero se necesita más apoyo psicológico y organizativo, especialmente en el caso, creciente, de familias monoparentales. La sexta idea que proponen es una campaña de sensibilización social para dar una información positiva de la enfermedad, ya que la práctica totalidad de los cánceres infantiles se superan y estos niños tienen una esperanza de vida similar a la población en general.

También apunta el trabajo de la USC la necesidad de orientación laboral y programas específicos para aquellos que no han podido retomar su educación pero necesitan una cualificación profesional. Y es que la incorporación al trabajo es una asignatura pendiente, y por eso la octava medida es fomentar la contratación de los supervivientes de cáncer, rechazando los estigmas y los prejuicios.