Nobel para la ciencia que explica la masa de las partículas fantasma

r. r. garcía REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Arthur McDonald (izquierda) y Takaaki Kajita
Arthur McDonald (izquierda) y Takaaki Kajita

Un físico canadiense y otro japonés detectaron las oscilaciones del neutrino

07 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

No puede verlos ni sentirlos, pero cada segundo que pasa su cuerpo es atravesado por billones de neutrinos. Hasta 60.000 millones se localizan en un centímetro cuadrado. Vivimos, en cierta forma, en un mundo de neutrinos, partículas subatómicas sin carga eléctrica, por lo que apenas interactúan con la materia ordinaria, lo que les permite superar cualquier obstáculo y viajar casi a la velocidad de la luz desde el interior del Sol, donde se forman por las reacciones nucleares que se producen en el astro, o desde la explosión de alguna supernova (estrellas moribundas) distante. Son partículas cósmicas fundamentales para comprender el universo y su origen, pero que siempre han estado rodeadas de un halo de misterio desde que en 1945 el Nobel austríaco Wolfrang Pauli propusiese su existencia. «He hecho una cosa terrible -llegó a decir- he postulado una partícula que no puede ser detectada».

De ahí que se les considerase como partículas fantasmas, auténticos Poltergeist de la física, incluso aún cuando Frederick Reines y Clyde Cowan los detectasen por primera vez en un experimento en 1956. Desde entonces, la lógica apuntaba a que estas partículas carecían de masa, la hipótesis dominante hasta que el japonés Takaaki Kajita y el canadiense Arthur McDonald comprobaron, en experimentos independientes, que los neutrinos experimentan oscilaciones que les permiten cambiar de identidad, pasar de un tipo a otro de los tres en que han sido clasificados (electrones-neutrinos, muones neutrinos y tau-neutrinos) en una especie de metamorfosis cósmica, algo que sería imposible si no tuviesen masa, aunque esta sea mínima.

Un misterio resuelto

Este descubrimiento, que reta el modelo estándar de física de partículas, es el que ahora les ha valido el Premio Nobel de Física fallado ayer. Ambos, según el jurado, resolvieron el «puzle» existente en torno a esta partícula camaleónica, lo que ha permitido abrir «un nuevo campo en la física de partículas».

«El descubrimiento -asegura la Academia sueca- cambió nuestra comprensión sobre el funcionamiento más recóndito de la materia y podría ser crucial para nuestra visión del Universo». La masa mínima de los neutrinos es lo que explica por qué hasta el momento los cálculos teóricos mostraban que dos tercios de ellos que deberían llegar a la Tierra procedentes de las reacciones nucleares que hacen brillar al Sol no eran detectados por los experimentos. Los descubrimientos de los dos físicos premiados apuntan a que estas partículas no desaparecen, sino que oscilan entre tres formas o identidades diferentes, un fenómeno basado en la mecánica cuántica.

Arthur McDonald, uno de los galardonados, explicó que con su trabajo se ha dado un paso «hacia una mayor comprensión de las leyes fundamentales que rigen» el universo y los mecanismos de la fusión nuclear. «Las ciencias físicas pueden ir más allá de los modelos tradicionales», aseguró.

El otro premiado, Takaaki Kajita, director y profesor del Instituto de Investigación de Rayos Cósmicos en la Universidad de Tokio, destacó por su parte que se siente «muy honrado y agradecido» por la distinción, aunque confesó que «mi mente se ha quedado en blanco y no sé qué decir». Kajita, de 56 años, sigue trabajando en la caza de neutrinos, su obsesión.

Arthur McDonald

Aún en activo. Arthur McDonald, de 72 años, es en la actualidad profesor jubilado de la universidad de Queen, en Kingston (Ontario). Confiesa que «continúo implicado en trabajos de investigación» en la facultad de Física, donde dirige desde el año 1989 el Observatorio del Neutrino en Sudbury (Ontario).

Takaaki Kajita

Una vida a la caza del neutrino. Takaaki Kajita (Higashimatsuyama, 1959) se doctoró en la Universidad de Tokio, donde dirige el Instituto de Investigación de Rayos Cósmicos. Kajita ha consagrado su trabajo a los experimentos Kamiokande y Super-Kamiokande, los grandes detectores subterráneos de neutrinos.