Rouco Varela: «A ver si le hacemos caso al Espíritu Santo»

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto ENVIADO ESPECIAL A ROMA

SOCIEDAD

ROUCO
Filippo Monteforte

El arzobispo de Madrid oficia en la basílica de San Lorenzo in Dámaso, en Roma, dos días antes del cónclave en el que se eligirá el nuevo papa

10 mar 2013 . Actualizado a las 13:56 h.

Los cardenales ofician hoy misas en las iglesias que tienen asignadas en Roma. El vilalbés Antonio María Rouco Varela es el titular de San Lorenzo in Damaso, situada en pleno centro de Roma, junto al Palacio de la Cancillería. Es una más de los cientos de iglesias de la Ciudad Eterna, pero rica en todo tipo de imaginería religiosa, hasta el punto de que las capillas, separadas por una balaustrada, cuentan con alarma por sí a alguien se le ocurre traspasarla en busca de algún objeto precioso. La basílica cuenta con tres naves, altar con baldaquino, numerosos frescos y un techo artesonado.

Diez y media de la mañana. Rouco llega y antes de dirigirse a la sacristía, se arrodilla para rezar en un banco de la primera fila. Apenas una veintena de personas se congregan en la iglesia y varias son periodistas. «Qué poca gente ha venido a ver al cardenal», exclama una monja.

La misa es de altos vuelos, con órgano y coros. Comienza con una procesión que deja el templo perfumado de incienso. A continuación, el párroco local presenta al prelado español, «que ha venido para participar en el cónclave cuyo comienzo es inminente». Rouco oficia en italiano sin separarse de un báculo dorado, ayudado por tres sacerdotes y cuatro monaguillos. Poco a poco la iglesia se ha ido llenando y ya hay medio centenar de personas.

El arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española habla de la estructura de la Iglesia, de la presencia de cardenales de todo el mundo en San Pedro, pero también de la proximidad de la Semana Santa y de la penitencia. Por fin se refiere al cónclave y dice esperar que el nuevo papa tenga «fuerza, dinamismo y corazón» para allanar el camino para que Europa recupere la fe. Y como ejemplo pone a Pablo VI.

Termina la misa. Rouco se cambia en la sacristía, adonde se dirigen los fieles para saludarlo. Los feligreses esperan con devoción para besar la mano del cardenal, que reparte unas chapitas con el escudo vaticano a un grupo de niños. Una mujer se le acerca y le pide que le bendiga unas estampas. «Que le ilumine el Espíritu Santo», le dice en referencia al cónclave. «Eso, eso, a ver si le hacemos caso», responde Rouco.