Ella vivió en 7 ciudades y nunca se sintió sola gracias a la salsa

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

AMES

Sara Barciela trabaja en Leroy Merlin y compagina este empleo con una clase semanal en la academia Lokobaile de Santiago, además de tener dos parejas de baile con las que hace exhibiciones de salsa, Néstor y Nati. La vecina de Ames explica que la «salsa femenina es algo completamente diferente» y ha apostado por este nuevo formato (dúo) junto a otra profesora de salsa que conoció siendo ambas alumnas en A Coruña.
Sara Barciela trabaja en Leroy Merlin y compagina este empleo con una clase semanal en la academia Lokobaile de Santiago, además de tener dos parejas de baile con las que hace exhibiciones de salsa, Néstor y Nati. La vecina de Ames explica que la «salsa femenina es algo completamente diferente» y ha apostado por este nuevo formato (dúo) junto a otra profesora de salsa que conoció siendo ambas alumnas en A Coruña. CEDIDA

Sara Barciela, vecina de Ames que trabaja Santiago, admite haber hecho sacrificios para bailar, su particular vitamina de felicidad

31 ene 2024 . Actualizado a las 08:25 h.

La relación de Sara Barciela con el baile ha tenido muchas idas y venidas, pero siempre acaba regresando a sus brazos porque en él ha encontrado un refugio contra la soledad y el estrés. Todo comenzó cuando era niña, relata esta vecina de O Milladoiro (Ames) nacida en Mos hace 36 años: «Empecé a los 10 en bailes de salón, en una asociación cultural, y estuve compitiendo con diferentes parejas». Lo dejó por otras aficiones al mudarse a A Coruña para estudiar Arquitectura Técnica. «Soy un poco ecléctica, sí...», reconoce entre risas.

«Al cabo de 2 años volví a bailar. Había hecho rueda cubana en algún curso y estuve los 4 años siguientes en dos grupos, haciendo espectáculos de salsa y asistiendo a fiestas, con mucha ilusión pero sin cobrar. Es una afición que me permitió conocer muchos sitios nuevos». Por motivos laborales, Sara se mudaría luego a Lugo, donde abandonó las pistas por una temporada, aunque tuvo sus escarceos esporádicos y «siempre intentaba escaparme a algún evento el fin de semana». Más tarde, se trasladaría a Zaragoza. Allí, a casi 800 kilómetros de su hogar, comprendió que el baile podía llegar a ser un remedio para combatir la soledad: «Es una buena forma de conocer gente. Entras a formar parte de una comunidad, en la que me sentía muy a gusto. Por ejemplo, yo no iría un sábado sola al centro de Santiago, pero sí a un evento de baile, en el que no tienes ni por qué hablar». El trabajo la llevó a vivir en Ourense, antes de acabar encontrando empleo en Santiago, en el 2017. «Me he movido por siete ciudades diferentes y gracias a la salsa conecté con mucha gente. Con algunos mantengo el contacto después de 14 años», destaca.

Para ella, aparte de ser una actividad física beneficiosa para la salud, es una inyección que «te da felicidad», dice: «Puedes tener un día horrible, que bailando lo malo desaparece. A mí me sirve a nivel mental, de desconexión. Y, aunque esté cansada y las ojeras me lleguen a los pies, hago un esfuerzo». Recuerda una época especialmente estresante que pasó, la cual la llevó a reengancharse a la salsa junto a su actual pareja, Néstor: «Empezamos juntos en enero del 2020 y en marzo nos confinaron a todos. Durante un año no se pudo bailar por el covid y, en cuanto pudimos volver a entrenar, yo me hacía una hora de viaje para ir y otra para volver de Moaña, de donde es él. Hay trabajos que te absorben un montón y, si encuentras ese vínculo con algo, empieza a compensar cualquier sacrificio». Hasta que consiguió un nuevo empleo con un horario más flexible, «vivía corriendo porque, además de los talleres y shows que hago con Néstor, ahora doy clases en la escuela Lokobaile de Santiago y empecé a montar un dúo de salsa con otra chica, Natalia Fraga», anuncia Sara. Explica que en los bailes latinos el rol del hombre y mujer tradicional, él llevando los pasos y ella siguiéndolo, cambió: «Yo llevaba 10 años de follower [siguiendo a un líder] y ahora estoy aprendiendo el otro papel».