Armando y sus compatriotas se sacuden la morriña a golpe de bate

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Armando Rojas, con el bate con el que juega al sóftbol con su equipo Guerreros de Pontevedra
Armando Rojas, con el bate con el que juega al sóftbol con su equipo Guerreros de Pontevedra CAPOTILLO

Lidera Guerreros de Pontevedra el equipo pontevedrés de sófbol, una variante del béisbol cada vez más popular que disfrutaba en Venezuela

20 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Armando Rojas se pasó muchos años de su vida entrenando a chavales. Era profesor de educación física en un instituto privado y varios colegios públicos de Venezuela. El deporte era su vida. Como buena parte de los venezolanos disfrutaba con el Navegantes de Magallanes, uno de los equipos fuertes de la liga de béisbol de su país natal. A miles de kilómetros de su tierra, sigue pendiente de las victorias de los suyos. No puede perder esa vinculación con el país caribeño en el que se crio y de donde emigró hace tan solo cuatro años. Dejó todo atrás por amor y para huir de una vida en la que el futuro solo se dibujaba en negro. Todavía la echa de menos, pero esa nostalgia la cura a base de batear.

Después del confinamiento, tan solo un año después de haber llegado a Pontevedra, Armando Rojas montó Guerreros de Pontevedra. El nombre dice muchos de él y de lo que ha logrado junto a 25 compatriotas para tener en Lérez su patria chica. Es uno de los dos equipos de sófbol (una variedad del béisbol) que hay en la ciudad. Junto a los Relámpagos de Pontevedra tienen entre manos un proyecto que quiere convertir esa modalidad en el futuro de muchos chavales que no encuentran la pasión en otra disciplina. «Esperamos poder federarnos para el próximo año y competir en la liga en la que ahora hay cuatro equipos», explica Rojas, con la ilusión de quien está forjando algo nuevo. «Hace poco que nos entregaron el campo y nos hemos encargado de preparar la hierba, cortar todo y acondicionarlo. Ahora queda la inversión de la zona de los baños», comenta el presidente del club, que trabaja en un acuerdo con la comunidad de montes de Verducido para la cesión de uso de los terrenos en los que entrenan. «Ahora nos gustaría arreglar los baños, pero para eso necesitamos cerca de 40.000 euros», puntualiza Armando Rojas.

Esto es solo el primer paso para lo que quieren conseguir en un tiempo. «El proyecto que tenemos pensado es una escuela de béisbol y sófbol al que se vaya uniendo cada vez más gente», subraya Armando, que tienen el respaldo de Relámpagos de Pontevedra.

Por el momento cuentan con el patrocinio de Aguas de Paraño y el restaurante El Dorado, de Vilagarcía. «Pero necesitamos más apoyos para seguir creciendo», apunta el responsable de un equipo que se ha convertido en una familia. Desde que llegó a España y en cuanto la pandemia se lo permitió, empezó a buscar compatriotas para sentirse como en casa y animarlos a que se uniesen al equipo. «Al principio no fue fácil, pero poco a poco nos fuimos agrupando y las redes sociales fueron determinantes para ir encontrando más gente. Fíjate que hasta contactaron con nosotros desde Chile y Perú interesándose por el equipo antes de que llegasen a Pontevedra», recalca Armando Rojas. Cada sábado se juntan para entrenar en el campo de Lérez. Da igual si quedan por la mañana o por la tarde. Lo que no falla nunca es la sesión de entrenamiento. «Entre semana nos es más complicado por los horarios de trabajo, pero el fin de semana no falla. Ahora iremos el 2 de diciembre a un torneo a Aveiro, que en el futuro esperamos que se pueda celebrar en Pontevedra», subraya el presidente de Guerreros de Pontevedra.

A Venezuela, solo de visita

Armando va paso a paso para introducir este nuevo deporte en la ciudad. Está casi adaptado a vivir a orillas del Lérez, pero reconoce que esos primeros meses en Galicia no fueron fáciles. Le gustaría volver de visita a Venezuela para sacarse esa nostalgia que ni siquiera puede sacudirse con el sófbol. «Cambias tu situación, dejas allá tu casa, tu vida y emigrar te saca de tu zona de confort. Eso es lo más duro», asegura el alma de Guerreros de Pontevedra, que pese a reconocer esa dureza, volvería una y mil veces a Galicia: «La tranquilidad de vivir aquí es un paso de gigante para mí. Claro que quiero volver porque todavía tengo allí a mi madre y una hija de once años. Pero de visita».

El sófbol es una de las fórmula que encontró Armando para sentir que tiene cerca Venezuela. «Al dedicar tanto tiempo al deporte en mi país, vi la oportunidad de volver a practicarlo por una cuestión de salud y sobre todo, porque me gusta. Crecí con él», recalca este venezolano, que sueña con que el sófbol sea tan popular en Europa como lo es en Sudamérica. Entre entrenamiento y entrenamiento, Rojas ha encontrado una nueva vida en Pontevedra. Se dedica a las reformas y a la construcción como autónomo y en los ratos libres, hace piña con sus compatriotas para sacar adelante un sueño de Guerreros.