Abrazos que esconden desvalijamientos

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

CAPOTILLO

Los últimos hurtos de las ladronas amorosas y la cercanía de la Semana Santa ponen en alerta a la policía

07 abr 2017 . Actualizado a las 12:14 h.

Son grupos itinerantes, capaces de recorrer buena parte de la geografía española en cuestión de unos pocos días, dar una serie de golpes y regresar a sus pisos franco. En los últimos días, las ladronas amorosas han vuelto a actuar en Pontevedra, un hecho que sumado a la proximidad de la Semana Santa ha puesto en alerta a los cuerpos policiales.

Dos son los modus operandi que estos grupos emplean para abordar a sus potenciales víctimas. «O van en un vehículo que conduce siempre un hombre y dentro van dos mujeres y paran a la gente por la calle para preguntarle por alguna dirección o para decirle que necesitan llegar a un hospital con urgencia o actúan a pie en el centro de la ciudad y en los entornos en los que saben que está el perfil de víctima que buscan», explica una agente de la Policía Nacional.

Normalmente, se fijan en personas de edad avanzada y que portan joyas a la vista, así como prefieren abordar a aquellas víctimas que se encuentran solas. Una de las dos últimas denuncias interpuestas en la Comisaría aludía a una mujer que fue abordada a la salida de misa, mientras que a la segunda le preguntaron por una dirección desde un turismo. En estos casos, lo habitual es que, en cuanto se asoman a la ventanilla, las ladronas aprovechan para agradecerle el interés mostrado con toda clase de muestras de cariño: «Le tocan la cara y el cuello, y es el momento en el que le sustraen lo que llevan de oro», añadió la policía.

No es esta la única excusa que estas profesionales del robo emplean para ganarse la confianza de sus objetivos. En otros casos, se aproximan a las víctimas comentándoles el supuesto parecido suyo con un familiar o, incluso, se han dado casos de que la aproximación estaba vinculada con una proposición para mantener relaciones sexuales. El objetivo, en todo caso, es siempre el mismo, acercarse lo suficiente para «iniciar un contacto físico».

«Van al oro, a lo que brilla», destacó. La Policía Nacional, según confirmó esta agente, ha confirmado que los botines suelen terminar en tiendas de compraventa de este metal precioso, si bien, y quizás debido a la presión que hay sobre estos negocios, cada vez es más común que fundan las piezas de oro u opten por sacarlas del territorio nacional hacia terceros países.

Una de las cuestiones que más llama la atención es el hecho de que se trata de rateras «muy habilidosas», lo que explica que muchas de sus víctimas, tal y como ocurrió en el caso de las dos pontevedresas, no se percaten de la sustracción hasta que no llegaron a sus respectivas viviendas. A esto se suma el hecho de que «mucha gente no denuncia porque cree que perdió lo que llevaba puesto o la cartera por la calle».