Julio Rodríguez, camarero  y hostelero en Nueva York: «Mick Jagger no dejó nada de propina»

Maite Rodríguez Vázquez
Maite rodríguez OURENSE / LA VOZ

CELANOVA

Julio Rodríguez «Prenta», ante el edificio de los juzgados de Long Island (Nueva York), Estados Unidos.
Julio Rodríguez «Prenta», ante el edificio de los juzgados de Long Island (Nueva York), Estados Unidos.

Después de toda una vida de trabajo en Nueva York, prepara su retorno a Celanova

27 jun 2023 . Actualizado a las 15:52 h.

Después de toda una vida de trabajo en la hostelería, de más de 50 años residiendo en Nueva York y antes en Montreal (Canadá) y en Francia, el celanovense Julio Rodríguez, Prenta, prepara su retorno a su villa natal para disfrutar en Celanova los últimos años de su jubilación. Con 79 de edad, Julio Rodríguez ya lleva tiempo jubilado, pero todavía está activo laboralmente, pues en Estados Unidos es perfectamente posible combinar pensión y trabajo. Ahora acude cada mañana a llevar a su patrona, ciega, a abrir y regentar la cafetería de los juzgados centrales de Long Island, la isla al este de Nueva York en la que reside nuestro protagonista.

Tras una etapa inicial en Francia, donde se casó y tuvo a su primer hijo, la familia dio el salto a Canadá. Tras unos buenos años en Montreal, Julio explica que su hermano le llamó para que se fuese con él a Nueva York. «Canadá era un país maravilloso, con muy buena gente. Cuando estuve yo habría solo unos 20 millones de personas», cuenta.

Corría 1972 cuando se fue a la gran ciudad. Allí empezó a trabajar en el restaurante de un paisano de Celanova. Tuvo un negocio por cuenta propia, al que le conservó su original nombre italiano, Mona Lisa, aunque pronto empezó a incluir allí platos españoles. Ese período como empresario duró de 1984 a 1996. «Trabajaba siete días a la semana, entre 14 y 20 horas. Me deshice de él. La hostelería es muy esclava aquí, como en España, aunque es una profesión que me encanta», enfatiza. Aquel local inicialmente italiano fue llenando su cocina de mariscos, paellas o zarzuelas. «Sentaba a 120 personas y en medio de dos salas tenía un escenario con música los fines de semana. Funcionó bien, pero era demasiado trabajo», detalla.

Como camarero estuvo empleado en uno de los restaurantes de comida española más conocidos del Village, el Sevilla. Fue una etapa de diez años, en la que atendió a muchos clientes famosos y artistas de los que se dejaban caer por el local. Las propinas eran una parte fundamental del sueldo, pues el salario semanal era muy reducido. En Estados Unidos, explica Julio, es obligatorio dejar entre el 15 y el 20 % de la cuenta. «Eso es lo mínimo, la normal es dejar entre un 25 y un 30 %. Yo tenía un cliente muy bueno, que pedía siempre entrecot con camarones salteados encima y yo se lo servía con arroz y habichuelas y me dejaba siempre 100 o 120 dólares para mí en la mano. Mick Jagger estuvo dos veces y no me dejó un céntimo», recuerda. Matiza que no era él que pagaba sino algún ayudante. De John Travolta, otro de los famosos que iba por el restaurante, no consta queja al respecto. Julio afirma que ha ganado suficiente dinero en los sitios que ha trabajado.

En los últimos tres meses sigue vinculado a la hostelería, pero de forma más relajada. «Me levanto a las 6.30 para llevar a la jefa, que es legalmente ciega, a trabajar y a ayudar a comidas entre semana a jueces, abogados y fiscales del juzgado de lo penal de Long Island. Llevamos allí casi 17 años», comenta. Pese a algunos achaques de salud causados por el tabaco, Julio sigue con ese trabajo de pocas horas. Esta será su última etapa laboral. Está arreglando un piso que ha comprado en su Celanova natal para venirse retornado y ya no solo de vacaciones como hasta ahora, que venía un par de veces al año.

Al final, a pesar de la «buena vida» que dice haber tenido en Estados Unidos, puede la morriña: «Echo de menos levantarme e ir a tomar el café a la Plaza Mayor de Celanova, que es una maravilla que no me canso de mirar, leer el periódico y disfrutar». Es su primer plan de jubilación. Ya en Europa, tendrá más fácil encontrarse con sus dos hijos, que residen en el Reino Unido. Vendrá en agosto de visita y luego tiene la idea de regresar para vender su condominio y retornar definitivamente. Nota que todo se ha encarecido mucho tras la pandemia, como en España.

La vida en Long Island

Long Island es una tranquila zona residencial sin el bullicio de la ciudad de Nueva York. Julio vive en un condominio grande, de más de 700 viviendas, con comodidades como piscinas o gimnasio y mucha arboleda. Está a unas 50 millas de Manhattan. «Yo soy más de montaña y de pueblo», dice. Pocas veces come en casa. Tiene amistades americanas y suelen ir a Casa Luis, un restaurante gallego.

Trayectoria vital

De Francia a Canadá y Estados Unidos. Julio Rodríguez «Prenta» nació en Celanova en 1944. Estudió hasta Bachiller en la villa. Su primera experiencia en la hostelería la adquirió en Francia, en un casino y en un hotel de Chamonix-Mont-Blanc. Dos de sus hermanos ya estaban allí trabajando. Era joven y decidió probar suerte y buscarse un futuro laboral que escaseaba en España en aquella época. Allí aprendió el idioma viendo películas y leyendo periódicos. Pero tuvo que regresar a España para cumplir en servicio militar. En Canadá, donde ya llegó hablando bien francés, se enroló por cinco años en la cadena de hoteles Hilton. Empezó allí a estudiar inglés en una academia y al irse a Estados Unidos ya se defendía con el idioma. En Francia se casó y nació su primer hijo, en 1966. El segundo vio la luz en Canadá. Luego tuvo otra pareja durante 20 años, con la que aún conserva amistad, asegura.