El Dépor y la mejor afición del mundo

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso EL TERCER TIEMPO

OPINIÓN

ANGEL MANSO

09 jun 2022 . Actualizado a las 10:00 h.

El Deportivo tiene, probablemente, la mejor afición del mundo. Su gente, en la segunda temporada de hartazgo en la tercera categoría del fútbol español, viajó este año a lo loco a campos como los del Talavera, el Tudelano, el Calahorra, el San Sebastián de los Reyes... En Riazor, un estadio donde el rugido del mar se mezcla con los gritos de aliento de su afición, se reunieron el sábado pasado 26.000 personas para ver un partido contra el Linares. El mismo sitio donde hubo 14.000 inconscientes para ver un encuentro contra la Cultural Leonesa en marzo pasado. Hace un par de temporadas, 7.500 personas vieron un encuentro del equipo femenino contra el Valencia en Copa una noche lluviosa de febrero. Y esta campaña se generó un nuevo fenómeno alrededor del conjunto juvenil, que batió algunos récords de asistencia en las rondas iniciales de la Copa de Europa de la categoría. Fueron 20.000 contra el Dinamo de Kiev en febrero.

Hay una generación entre los 30 y los 45 años que había interiorizado un orgullo de pertenencia durante los mejores años del equipo. Esos mismos deportivistas que, en parte, estaban deseando demostrar que su apoyo al equipo no entiende de categorías. Habían crecido con el pecado original de disfrutar de los días de vino y rosas del Superdépor de Arsenio primero y del equipo campeón de Irureta después. Con la excepción de dos pasos fugaces por Segunda —con ascensos a la primera oportunidad—. Pero no tenían manera de demostrar que querían estar con el equipo en las buenas, en las malas y en las horribles. Hasta ahora. Y de qué manera. Porque el golpe sitúa al equipo en el peor momento de su centenaria historia.

En ese contexto, recién salidos de lo peor de la pandemia, acostumbrados al baile de plantillas con jugadores en constante ida y vuelta, y con una reciente inestabilidad en todos los estamentos del club, la afición del Deportivo ha dado una lección.

Vale. Quizá la del Deportivo no pretenda ser la mejor afición del mundo, sino que le va más un cierta sorna para encajar los golpes, el escepticismo justo para ironizar incluso de sus propias desgracias, como el mecanismo de protección que utilizan los más jóvenes en las redes sociales para soportar esta penitencia por la Primera RFEF. Que, por no tener, no tiene ni un nombre sencillo y redondo.

Porque es verdad. Cada uno pertenece a la mejor afición del mundo, y pobre del que no se lo crea. Pero si el fútbol no justifica un cierto grado de exageración, ya no lo permite nada. Igual que la mejor tortilla la hace una madre, la mejor sopa una abuela y las mejores anécdotas de la infancia las protagoniza la propia pandilla. No hay mejor lugar para la identificación tribal, para el romántico amor por 11 tipos detrás de un balón solo porque llevan la camiseta que lucías desde pequeñito, la que te compraron tus padres o tus abuelos, la que le compras a tus hijos para ir al templo.

No lo hay. Y, después de todo, pongámonos serios. ¿Y si el Deportivo tiene la mejor afición del mundo?