Crimen cultural en Nicaragua

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

Jeffrey Arguedas | EFE

04 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«En espíritu unidos, en espíritu y ansias y lengua». Este verso de Rubén Darío orla un sencillo dibujo que representa el encuentro, en 1523, del capitán español Gil González Dávila con el cacique Nicarao. Ambos representan las dos culturas cuya fusión está en el ser de Nicaragua. Esa imagen y la leyenda citada forman el escudo de la Academia Nicaragüense de la Lengua. Fundada en 1928, hoy afronta su triste final por una decisión del régimen que encabeza Daniel Ortega.

La Asamblea Nacional de Nicaragua, juguete del autócrata, aprobó el pasado martes una ley que priva de personalidad jurídica a la Academia y a otras 82 entidades por no registrarse como «agentes extranjeros» —la Nicaragüense de la Lengua es la organización civil más antigua del país— y dar cuenta al Gobierno del destino que dan a las donaciones que reciben. Entre estas instituciones aparecen el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica y la Academia de Ciencias.

La persecución de todo tipo de políticos e intelectuales y de entidades civiles se ha ampliado a las que promueven el desarrollo cultural de la nación. Estas medidas represivas siguen al cierre de varios centros universitarios, al de la delegación del Pen Club en Nicaragua y a la suspensión del Festival Internacional de Poesía de Granada, entre otras acciones culturicidas. La Academia ya había sufrido ataques en las personas de varios de sus miembros, alguno de los cuales vive hoy su segundo exilio, tras el que sufrió durante la dictadura de Somoza.

Han sido oportunos y firmes los pronunciamientos de varias academias del español. «La RAE —ha dicho esta en un comunicado—, que defiende las libertades de pensamiento, expresión y asociación como los primeros valores de cualquier sistema de convivencia, respalda y reivindica enérgicamente el legítimo derecho de la Academia Nicaragüense de la Lengua a servir a sus conciudadanos y a hacer posible la participación de Nicaragua, en términos de igualdad, en la preservación del bien cultural superior tanto de la propia nación como de la comunidad de naciones y pueblos que comparten la misma lengua, hoy patrimonio común de casi seiscientos millones de personas en todo el mundo».

Como ha dicho el académico exiliado Sergio Ramírez, este es el único caso en el mundo de una academia de la lengua que ha sido cerrada manu militari. Un auténtico crimen cultural.