Bien, Pedro, pero ¡cuéntanoslo ya!

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

04 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Pedro Sánchez tiene un secreto y, sorprendentemente, no quiere desvelarlo. Sí, el líder del PSOE insiste en que la revuelta institucional del secesionismo en Cataluña no se resuelve con las respuestas legales pertinentes al golpe de Estado que está en marcha y que él dispone de la llave maestra para solucionar el problema catalán. ¿Cuál? ¡La reforma de la Constitución!

Lo que, para pasmo general, jamás aclara Sánchez es qué reforma tienen en mente él y su partido para obtener la lealtad constitucional de un nacionalismo que se ha echado al monte pese a tener motivos más que sobrados para sentirse plenamente satisfecho de lo que, por las buenas o las malas, ha conseguido desde 1980 hasta la fecha.

Hagamos un recuento muy somero: el nacionalismo ha gobernado en Cataluña 28 de los 35 años de autonomía y ha condicionado decisivamente, durante los siete años restantes, los Gobiernos del PSC por medio de ERC; ha influido en las Cortes como ningún otro partido minoritario en la gobernación de España; ha aniquilado el castellano como lengua vehicular en la enseñanza y en la vida pública e institucional de Cataluña; ha determinado decisivamente, y siempre a favor de los intereses de su comunidad, las reformas producidas en el sistema de financiación de las autonomías; ha asumido un grado de competencias que, salvo el País Vasco, no tiene ninguna otra región autónoma de Europa; ha creado un entramado de poderes e instituciones, internas y exteriores, más propias de un Estado que de una región descentralizada; y ha aprobado un segundo Estatuto radicalmente inconstitucional que, por puro temor, el Tribunal Constitucional convalidó en sus aspectos esenciales.

Por si todo ello fuera poco, el asfixiante e impermeable sistema de poder creado por los nacionalistas durante la larga etapa de Pujol se ha revelado finalmente como un inmenso pozo negro que ha permitido a la familia del expresidente -con la ominosa complicidad de su entorno partidista (en el que Mas ocupó un lugar privilegiado)- enriquecerse de esa forma descomunal y escandalosa en que ya solo lo hacen los políticos en las satrapías latinoamericanas o africanas.

Es a la vista de todo ello como tiene Pedro Sánchez que explicarnos qué piensa ofrecer a los nacionalistas en su propuesta de reforma constitucional que estos no hayan ya conquistado previamente y a lo grande durante tres décadas y media de poder. Y tiene que hacerlo urgentemente pues solo faltaría que estando, como está, el Estado democrático en grave riesgo de verse obligado a poner en marcha medidas que no querría aplicar nadie, haya que hacerlo finalmente porque el líder socialista se guarde para sí la fórmula mágica que, según él, satisfaría a ese insaciable nacionalismo catalán que lleva tantos años cogiendo todo lo quiere y dando a cambio solo la matraca. ¡Cuéntanoslo ya, Pedro, sé bueniño!