La culpa es de los abuelos

José Carlos Bermejo Barrera,Catedrático de Historia Antigua FIRMA INVITADA

OPINIÓN

09 sep 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

Cuando los historiadores estudien la España actual se darán cuenta de que fue un país en el que triunfaron las palabras huecas, los lemas vacíos y en el que camparon a sus anchas los engaños, las trampas, las maquinaciones más torticeras y las mentiras. Y es que en España, al contrario de lo que decía en el siglo XVIII el viejo obispo Butler, las cosas nunca son como son sino de otra manera. Y por eso nadie es culpable ni responsable de nada.

Tras haber reventado la burbuja financiera y quedar destartalada la banca, hemos visto a políticos y banqueros en el Congreso casi negando que hubiese existido tal burbuja, y afirmando que ellos no fueron responsables de nada. La cosa esa no era de su competencia, al parecer, o no se enteraron de casi nada en muchos casos, porque da la impresión de que los directivos de la gran banca iban por sus despachos solo de visita. Como nadie es culpable de nada y la culpa siempre la tuvo el de antes, o el que estuvo antes del de antes, podríamos ir tirando del hilo y decir que la culpa última la tuvo nuestra requetetatarabuela Eva, inventora del pecado original. Por eso sería lógico pensar que algunas limpiadoras de los grandes edificios bancarios, ya jubiladas por supuesto, programaron a escondidas los ordenadores para crear las preferentes, para hinchar los balances de Bankia y emitir acciones fraudulentas sobrevaloradas, llevando a la ruina a sus inversores y quizás a todo un país, a la par que iban desplumando a muchos pensionistas modestos ahorradores. Los Estados deficitarios emiten deuda para que la compren los bancos, la vendan y revendan y jueguen con ella y con sus depósitos, jugándose en algún caso el dinero de los fondos de pensiones y llevando a la ruina a sus jubilados. Hasta que al final el banco quebrado es rescatado por el Estado para que le vuelva a comprar la deuda pública con el dinero que el Estado le presta. A esto se le llama «los mercados», que son científicos, racionales y no tienen culpa de nada, porque los culpables de todo son los abuelos pensionistas.

Como la mayor partida del gasto público son las pensiones, para cuyo cobro el trabajador cotiza toda su vida laboral, y hay pensionistas porque la gente no se muere pronto para llevarle la contraria al FMI, ni quiere trabajar hasta los ochenta, en contra de lo que piensa un ministro alemán, los pensionistas son culpables del déficit público. Como además los mayores de 65 son los que necesitan más medicamentos, se dice que abusan de ellos, por eso se retiran 400 de la sanidad pública y se crean listas de genéricos ahorrando en algunos casos solo céntimos. Todo para conseguir que esos jubilados que salen con su bolsa de pastillas de colores por gusto, como niños con tubo de Lacasitos, no acaben por arruinarnos.

Y por si todo esto fuera poco ahora los abuelos son los responsables legales de mantener a los parados con el nuevo plan Prepara, que parece suponer que todo lo que paga el Estado es una limosna. Y que atenta contra normas legales básicas y el sentido común al definir la unidad familiar.

Se entendía por unidad familiar a un matrimonio y sus hijos, o bien a una pareja de hecho reconocida legalmente. Los cónyuges en España pueden tener separación de bienes, hacer declaraciones de renta individuales y han de mantener a sus hijos hasta cierta edad, razón por la cual pueden aplicar una desgravación fiscal por ellos o familiares dependientes. A partir de ahora sin embargo, cuando algunos afortunados premiados con el paro de larga duración pasen a cobrar por 6 meses sus últimos 400 euros, y 50 más si tienen dos familiares a su cargo (a los que podrán mantener con 83 céntimos diarios), deben saber a qué unidad familiar pertenecen, porque en el nuevo cálculo se incluyen las rentas de los padres, hijos, y abuelos que se suman y dividen por el número de miembros de la familia. Si es legal. Si en vez de un matrimonio tenemos una pareja que vive junta sin declararlo entonces el afortunado parado puede cobrar la suculenta ayuda. Lo que deja claro que en España es recomendable que las familias pasen a la clandestinidad. Si el Estado quiere crear nuevas unidades familiares de abuelos, padres, nietos, ampliables a hermanos con rentas sumables, o primos, cuñados, yernos y nueras -que mantienen a parados sin tener derecho a desgravar por ello-, que cree una nueva especialidad policial rastreadora de unidades familiares e incremente así el empleo público.

Esta claro que los abuelos son un tesoro para el Estado. Por eso lo lógico sería que todos los Gobiernos existentes en España, los parlamentarios y políticos de todo tipo, se quedasen sin sueldo y pasasen también a vivir de las pensiones de sus propios abuelos, que hace ya años les compraban sus chuches.