Alemania: Más basura en las calles germanas

Patricia Baelo. Berlín

MERCADOS

Solo en embalajes se desechan 213 kilos por persona al año debido al auge de las ventas por Internet y a la cantidad de alimentos envasados que se consumen en las grandes cadenas

21 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los alemanes pasan por ser uno de los pueblos más ecológicos y respetuosos con el medio ambiente. Y es que, al igual que sus vecinos del norte de Europa, los teutones no suelen emplear servilletas de papel en casa, ni bolsas de plástico para hacer la compra. Es más, su sistema de reciclaje se encuentra entre los más imitados del mundo y, a día de hoy, Estados Unidos y China desembolsan sumas millonarias para hacerse con tecnología para el análisis de residuos, máquinas trituradoras y hasta camiones de recogida de basura made in Germany. Sin embargo, por paradójico que parezca, los alemanes también figuran entre los europeos que más desperdicios generan.

Hasta 617 kilogramos de basura por cada ciudadano, es decir, 136 kilos más que el europeo medio, según datos de la Oficina Federal de Estadística (Destasis). Un informe de Eurostat revela que solo tres países en toda la Unión Europea superan a Alemania en producción de desechos: Dinamarca, con 747 kilogramos per cápita; Luxemburgo, con 653; y Chipre, con 624. Curiosamente, algunos de los miembros más pequeños del bloque comunitario. En el otro extremo se encuentran rumanos y estonios, con 272 y 293 kilos anuales de desperdicios por persona. El salario medio de los ciudadanos no parece ser un factor determinante en este sentido. Tampoco el grado de industrialización del país, ya que Japón, una de las potencias en ese campo, apenas produce la mitad de la basura que Alemania, también un gigante económico.

Los expertos advierten de que más bien influyen factores demográficos y socio-culturales. «Los hogares más pequeños generan más residuos que los grandes», explica Isabella Mehlin, desde Destatis. Y Alemania, con 1,36 niños de media por cada mujer en edad fértil, es el segundo país de la UE con menor tasa de natalidad, solo por detrás de España. Aunque la raíz del problema reside en las tradiciones y costumbres a la hora de adquirir y preparar los alimentos. Mientras que en el sur de Europa se tiende a comprar productos frescos en los mercados y a cocinar casero a diario, en el centro y norte del continente, el clima y la pobre tradición culinaria obligan a acudir a las grandes superficies para adquirir alimentos importados, envasados y hasta precocinados.

Por eso, los alemanes desechan hoy más embalajes que nunca, hasta el punto de ocupar el primer puesto de la UE. Así, los 187,5 kilogramos por cabeza del 2003 se han convertido en 212,5 apenas diez años después, según un estudio del Gobierno publicado hace unos meses por el diario Die Welt. «Desde luego, no podemos estar orgullosos de este título europeo», critica Peter Meiwald, portavoz parlamentario de políticas medioambientales de Los Verdes, en declaraciones al rotativo. Las autoridades responsabilizan al auge de la venta por Internet, cuya logística implica un mayor número de paquetes. No obstante, el papel y el cartón son fácilmente reciclables, a diferencia de lo que ocurre con el plástico, que con 2,9 millones de toneladas anuales en Alemania, ha superado por primera vez al cristal en volumen de desechos, con 2,75 millones.

El partido ecologista culpa a la cultura del consumo. Lavadoras, impresoras o cepillos de dientes eléctricos tienen cada vez ciclos de vida más cortos y aterrizan antes en el contenedor. Pero el problema es aún más grave en el caso de los alimentos. «Necesitamos estímulos para que los ciudadanos no envuelvan cada pepino de ensalada en papel transparente», aboga Meiwald, al tiempo que insiste en reducir de inmediato la cifra de envases innecesarios. Un buen ejemplo son los vasos de café para llevar, básicos en el gélido invierno alemán. Cada año, la locomotora europea emplea 64.000 toneladas de madera, 1.500 litros de agua y 11.000 toneladas de plástico para fabricar los 2.800 millones de vasos térmicos que consume.